La cifra surge de un informe elaborado por la entidad de Naciones Unidas sobre la base de datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares.

Tres de cada 10 chicas y chicos viven en hogares con ingresos insuficientes y, al mismo tiempo, tienen al menos un derecho básico vulnerado, con lo cual son 3,7 millones los niños que enfrentan ambos tipos de privaciones simultáneamente. Así lo consigna un informe presentado hoy por Unicef y realizado en base a datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec.

«La magnitud y persistencia de la pobreza generan la necesidad urgente de proteger las partidas presupuestarias destinadas a infancia y adolescencia», afirmó Luisa Brumana, representante de Unicef Argentina, durante la presentación realizada en la Ciudad de Buenos Aires.

Según el informe, son aproximadamente 8,8 millones las niñas y los niños que experimentan carencias monetarias o de algunos de los derechos fundamentales considerados en la EPH. En concreto, dos de cada tres niñas y niños de Argentina (66%) son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, a una vivienda y a condiciones de agua o hábitat seguros.

«Esta situación, que refleja el núcleo más duro de la pobreza, se mantiene desde hace más de seis años», se advierte en el estudio denominado «Pobreza monetaria y privaciones no monetarias en niñas, niños y adolescentes en Argentina».

Otras conclusiones

“La pobreza monetaria aumentó levemente de 2016 a 2022, mientras que las privaciones no monetarias o de derechos vienen registrando una baja sistemática y sostenida, al menos desde 2004 hasta 2021. Además, comparada con la pobreza monetaria, la referida a las privaciones no monetarias resulta menos volátil, lo que da cuenta de su menor sensibilidad a la situación de variables de coyuntura como los precios y los ingresos de los hogares en los que residen niñas y niños”, dice el informe de Unicef.

Y continúa: “El interrogante sin responder tiene que ver con la fuerza que se impone y que genera el resultado final: ¿domina la pobreza monetaria sobre las privaciones no monetarias, u ocurre lo inverso? Las políticas públicas dirigidas a la infancia que ponen el foco en las privaciones no monetarias, ¿terminan neutralizando las fuerzas que empujan al alza la pobreza monetaria? Estas son solo algunas de las preguntas que pueden ser analizadas con el enfoque combinado de las privaciones”.

“El fenómeno de ‘trabajadores pobres’ ha tomado relevancia en los últimos años por la supuesta existencia de un mayor porcentaje de trabajadoras y trabajadores en relación de dependencia cuyos niveles de ingreso familiar sitúa en situación de pobreza al hogar en el que residen.

Esta temática es relevante dado que entre las acciones que suelen considerarse para la lucha contra la pobreza, el empleo ocupa un lugar central. La pobreza con trabajo parece una paradoja que siembra cierto pesimismo acerca de las políticas orientadas a reducir/erradicar la pobreza promoviendo la generación de empleo”.

“Cabe aclarar que la pobreza se define y se mide, por lo general, para los hogares y no para las personas. Este trabajo considera trabajador pobre a una persona que cuenta con empleo y reside en un hogar pobre. La condición de actividad corresponde a la persona (al ocupado), mientras que la condición de pobreza corresponde al hogar. Se calculan los indicadores de pobreza monetaria de manera tradicional. Un hogar en el que hay miembros que cuentan con un empleo tiene, por definición, algún tipo ingreso laboral. El punto es si esos ingresos generados por los miembros ocupados alcanzan o no para cubrir el valor de la canasta básica alimentaria y total”.

FuenteTélam
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