Hoy, en Amsafe Provincial, tendrá lugar un panel con la presencia de Gabriela Sosti, fiscal de la megacausa Campo de Mayo y Contraofensiva, y Ana María Testa, querellante y sobreviviente de la Esma.

Hoy, a partir de las 18.30, se llevará a cabo el panel «Sin historia no hay memoria y sin memoria no hay futuro». En el Auditorio de Amsafe Provincial (Rivadavia 3279) estarán presentes Gabriela Sosti, fiscal de la megacausa Campo de Mayo y Contraofensiva, junto a los querellantes Carolina Trod, Facundo Maggio y Ana María Testa. La charla es organizada por el Foro Contra la Impunidad y por la Justicia.

En vistas al 24 marzo próximo, cuando se cumplan 46 años del golpe de Estado cívico militar, el propio Foro lleva adelante una serie de actividades. En efecto, uno de sus integrantes, Luis Larpin, destacó que “los testigos y querellantes son los que sostienen una gran parte de los juicios de lesa humanidad. Sabemos que esos delitos respondieron a un plan sistemático que trató que no dejen huellas. El papel de los testigos es fundamental en ese plano”.

A su turno, la fiscal Sosti recalcó que el valor del fortalecer “el músculo de la memoria, de registrar y pensar qué pasó en los ‘70”. “Los juicios de lesa humanidad son el registro y el modo que tuvo de plasmarse una militancia por la verdad y por la justicia. No solo tienen por objetivo dar cuenta del horror, del dolor, sino que tienen que dar las razones de ese horror. Producir sufrimiento tuvo una utilidad muy concreta que fue desarticular una matriz cultural, económica”, argumentó. En ese sentido, consideró que lo hecho por la última dictadura fue “un genocidio, una planificación con el objetivo de recortar y eliminar el entramado social”. “En los ’70, los genocidas hablaban de volver a la Argentina de antes del ’45, antes de la irrupción de un movimiento popular que le dio derechos al pueblo”, agregó. En otras palabras, “en los ’70, exterminaron a hombres y mujeres que peleaban por una patria más justa”, definió la fiscal.

Por su parte, Ana María Testa es sobreviviente de la Esma, lugar del que salió en 1980 bajo libertad condicional y continuó siendo controlada por parte del poder dictatorial. “Hasta 1983 no se podía hablar con nadie. Había un vacío que uno llevaba adentro”, expresó en diálogo con ATP. Con personas que habían pasado situaciones similares en otras localidades “solo se podía compartir el horror de lo vivido, la desesperación, la angustia y la tristeza por los que no estaban. Como generación le pusimos las mejores cosas de nuestra juventud al proyecto de querer un mundo mejor. No estaban todos esos compañeros con los que estuvimos juntos”, manifestó.

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