La catedrática de Harvard se ha dedicado a investigar sobre la inserción de las mujeres en el mercado laboral a lo largo de décadas.

El Premio Nobel de Economía fue otorgado este lunes a la economista estadounidense Claudia Goldin por ayudar a comprender el papel de la mujer en el mercado laboral.

La catedrática de Harvard fue premiada “por haber contribuido a mejorar nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral”, según el jurado de la Real Academia de las Ciencias Sueca. Goldin es la tercera mujer en recibir el galardón, tras la estadounidense Elinor Ostrom (2009) y la francesa Esther Duflo (2019).

“Comprender el papel de la mujer en el mercado laboral es importante para la sociedad. Gracias a la investigación pionera de Claudia Goldin, ahora sabemos mucho más sobre los factores subyacentes y qué barreras puede ser necesario abordar en el futuro”, dijo Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas.

La investigación de Goldin abarca una amplia gama de temas, como la población activa femenina, la brecha de género en los ingresos, la desigualdad de ingresos, el cambio tecnológico, la educación y la inmigración. Su libro “Career & Family: Women’s Century-Long Journey toward Equity” (Carrera y familia: El centenario viaje de las mujeres hacia la igualdad) se publicó el 5 de octubre de 2021.

La investigadora, de 77 años, se mostró “sorprendida y muy, muy contenta” al saber que había sido premiada, dijo Hans Ellegren, secretario general de la Real Academia Sueca de las Ciencias.

Según la Real Academia de las Ciencias Sueca, Claudia Goldin demostró que la participación femenina en el mercado laboral no tuvo una tendencia ascendente a lo largo de un período de 200 años, sino que forma una curva en forma de U.

“La participación de las mujeres casadas disminuyó con la transición de una sociedad agraria a una industrial a principios del siglo XIX, pero luego empezó a aumentar con el crecimiento del sector servicios a principios del siglo XX. Goldin explica este patrón como el resultado del cambio estructural y la evolución de las normas sociales relativas a las responsabilidades de la mujer en el hogar y la familia”, dijo el comité en un comunicado.

“Durante el siglo XX, los niveles de educación de las mujeres aumentaron continuamente, y en la mayoría de los países de renta alta son ahora sustancialmente superiores a los de los hombres”, agregó. “Claudia Goldin demostró que el acceso a la píldora anticonceptiva desempeñó un papel importante en la aceleración de este cambio revolucionario al ofrecer nuevas oportunidades de planificación profesional”.

Trayectoria

Goldin llevó adelante sus investigaciones como codirectora del Grupo de Estudio sobre Género en la Economía del Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER) y directora del programa Desarrollo de la Economía Estadounidense del NBER de 1989 a 2017.

También fue presidenta de la American Economic Association en el curso 2013-14. En 1990, Goldin se convirtió en la primera mujer titular en el departamento de Economía de Harvard.

La investigadora ahora premiada con el Nobel no es una desconocida ni en la academia ni en la discusión pública en los Estados Unidos. Aunque sus investigaciones giraron por distintas áreas, su trabajo más destacado se enfocó en explicar la brecha de género, moviendo la discusión desde la exigencia de un “igual pago por igual salario” a describir cómo es que la falta de flexibilidad del mercado laboral impide a las mujeres avanzar dada la desproporcionada carga de trabajo hogareño que asumen en sus familias.

Goldin es actualmente Profesora de Economía Henry Lee de la Universidad de Harvard y directora del Programa de Desarrollo del Grupo Nacional de Investigación Económica (NBER). Sus investigaciones abordan principalmente los temas de género en el lugar de trabajo y la historia económica de Estados Unidos.

Goldin ha sido presidenta de la Asociación Económica Americana (AEA) y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y la Sociedad Econométrica. A lo largo de su carrera, ha sido galardonada con diversos premios por sus trabajos, y ha desempeñado roles docentes y editoriales en prestigiosas instituciones. Su educación incluye un doctorado de la Universidad de Chicago. Goldin ha publicado numerosos libros y artículos en revistas de renombre.

“Goldin es conocida sobre todo por su trabajo histórico sobre la mujer en la economía estadounidense. Sus trabajos más influyentes en este campo han versado sobre la historia de la búsqueda de la carrera profesional y la familia por parte de las mujeres, la coeducación en la enseñanza superior, el impacto de la píldora anticonceptiva en las decisiones profesionales y matrimoniales de las mujeres, los apellidos de las mujeres después del matrimonio como indicador social, las razones por las que las mujeres son ahora mayoría en los estudios universitarios y el nuevo ciclo vital del empleo femenino”, resume la biografía que Harvard dedica a su profesora.

Entre otros temas, Goldin estudió el impacto de las mejoras en sistemas de cloacas y agua sobre la mortalidad infantil, los efectos del cambio tecnológico sobre la desigualdad económica, educación y hasta el impacto de la prensa libre sobre la corrupción.

Pero en la temática en la que más se la reconoce, por haber empujado al conocimiento hacia adelante y haber recorrido territorios inexplorados, versa en las brechas de ingresos entre géneros.

Las investigaciones de Goldin, que abarcan 200 años de historia económica, demuestran que la desigualdad salarial no tiene tanto que ver con la discriminación como con el elevado costo de la flexibilidad laboral y la conciliación del trabajo y la familia, como explica cada año a los periodistas en el Equal Pay Day, una jornada que busca generar conciencia respecto a cuántos días de más deben trabajar las mujeres en los Estados Unidos para ganar lo mismo que sus pares hombres el año anterior. En 2023 ese día fue el 14 de marzo. Hasta entonces las mujeres debieron trabajar para alcanzar los mismos ingresos que hombres en posiciones similares.

La virtud de Understanding the Gender Gap: An Economic History of American Women, publicado hace ya 33 años, reside en mover la discusión respecto de la brecha salarial de género. Desde su aporte, el activismo político feminista cuenta con muchas mejores herramientas para entender el porqué de las diferencias de ingresos entre mujeres y hombres. Y eso movió la pelea política desde el intento de regular los salarios que pagan los empleadores, para equipararlos a los de los hombres, a la discusión por transformar al proceso productivo en un lugar apto para el desarrollo de mujeres y a la desigualdad en materia de horas de trabajo hogareño que afecta a las mujeres dentro de sus propias familias.

“[Goldin] demostró que la mayor parte de la brecha salarial refleja el elevado costo de la ‘flexibilidad temporal’, es decir, el hecho de que las mujeres trabajen menos horas o más flexiblemente para poder criar a una familia. Por consiguiente, la reducción de la brecha dependerá de la reestructuración de los puestos de trabajo para incorporar una mayor flexibilidad para todos los trabajadores, reduciendo así los costos asociados a la flexibilidad. Aunque un cambio tan fundamental pueda parecer una tarea difícil, Goldin ha señalado que el cambio ya se ha producido en ámbitos como la tecnología, la ciencia y la atención sanitaria”, escribió sobre ella Peter J. Walker en un artículo para Finance & Development, una publicación del Fondo Monetario Internacional que puso el foco sobre la académica años atrás.

Durante el auge del movimiento feminista en la década de 1970, Goldin identificó su nicho de investigación: la participación de las mujeres en la economía. Aunque vivió en una época de cambio social y transformación de percepciones sobre el papel de la mujer, Goldin notó una omisión en los registros sobre la mujer en su papel de esposa y madre.

A finales de los ‘70, Goldin realizó estudios sobre cómo evolucionó la participación de las mujeres en la fuerza laboral de Estados Unidos a lo largo de 200 años. En su libro de 1990, Goldin analizó la historia de las brechas salariales de género, resaltando períodos específicos en los cuales las brechas se redujeron, como el surgimiento de la mecanización en el siglo XIX y los avances educativos de las mujeres en los ‘80.

En su trabajo de 2006, Goldin describió cuatro fases desde finales del siglo XIX que definieron el papel de las mujeres en la economía estadounidense. Las tres primeras fases, que describió como “evolutivas”, abarcaron desde el trabajador femenino independiente hasta las raíces de la revolución de las décadas de 1950 a 1970. La “revolución silenciosa” comenzó a finales de los años 70.

Aunque se lograron avances significativos en las fases evolutivas, las mujeres de esos períodos veían su trabajo más como un medio para subsistir. En cambio, las mujeres de la “revolución silenciosa” veían sus carreras como parte fundamental de su identidad y tomaban decisiones autónomas sobre su vida laboral. Goldin atribuyó este cambio principalmente al aumento en la disponibilidad de anticonceptivos y al incremento de la tasa de divorcios.

En su artículo de 2018 “Watersheds in Child Mortality: The Role of Effective Water and Sewerage Infrastructure, 1880 to 1920″, Goldin y Marcella Alsan de la escuela de medicina de Stanford, subrayan la importancia de una infraestructura de agua y saneamiento efectiva para reducir la mortalidad infantil. Al estudiar datos de Boston entre 1880 y 1920, descubrieron que un tercio de la disminución en la mortalidad infantil se debió a esfuerzos para proporcionar agua limpia y sistemas de alcantarillado eficientes. Sugieren que las economías en desarrollo podrían lograr mejores resultados en este aspecto centrándose en estas infraestructuras en lugar de otras políticas aisladas.

FuenteInfobae
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