La definición pertenece a Adrián Robaina, de Comillas Brew Bar. Comentó las particularidades del mercado en la ciudad y su crecimiento frente a las opciones industriales.

“En 2009 estaba el grupo de cerveceros caseros. Éramos chicos que hacíamos 50 litros de cerveza, con pocos conocimientos y hacíamos cursos por internet. Así empezamos a largarnos y a probar”. De esa manera, Adrián Robaina, titular de Comillas Brew Bar (Luciano Molinas 1707), comentó el derrotero de los responsables de haber hecho crecer el mercado de la cerveza artesanal en la ciudad. “Hoy ya somos más industriales. La mayoría tiene su bar. La cerveza industrial busca bajar los costos y levantar las ventas. Somos amantes de la cerveza”, agregó en diálogo con ABC1 (que se emite este domingo a las 23, por Somos Santa Fe y Somos Rafaela, y a las 21 por Somos Rosario). “Hoy, hemos logrado una calidad muy buena”, definió.

Sobre el crecimiento del producto, indicó que se trata de un fenómeno a nivel mundial. “Nace en Europa y Estados Unidos. Frente al tipo de cerveza industrial, el cual perdió mucha calidad, empezó a surgir esta cerveza artesanal, que no es moda, es cultura. Se respeta mucho el aroma y el sabor”, señaló y puso como referencia la alternativa que se generó frente al tradicional liso santafesino.

Como “cerveceros artesanales argentinos” y en virtud de la variación del dólar, “nos vemos imposibilitados de comprar lúpulos importados”. En tal sentido, el empresario también comentó que una pinta tiene un costo aproximado de 140 pesos y “hace dos años salía 100”. “Hubo un desfasaje que no podemos suplir”, planteó y explicó que también juega el espíritu del cervecero a la hora de preferir ganar menos, pero tener un producto de buena calidad.

Artículo anteriorLos presupuestos provincial y municipal coparon la escena
Artículo siguienteLos jubilados provinciales están de festejos