Así lo evalúa el Observatorio de la Deuda Social de la UCA en el período 2010 -2019. Si bien hay mejoras en infraestructura, los hogares que presentan al menos una carencia en derechos superan el 60%. El año pasado, la pobreza multidimensional alcanzó al 54% de niños, niñas y adolescentes.

“En los últimos dos años, como consecuencia de la crisis económica, los niveles de pobreza multidimensional han alcanzado el punto máximo en la última década”. El dramático dato surge del último informe sobre pobreza multidimensional relacionado con los derechos de la población en el período 2010 – 2019, realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El estudio –coordinado por Agustín Salvia– pone el ojo no solo en los ingresos de los hogares, sino que se extiende al acceso a cuestiones clave para el desarrollo humano como la  alimentación, los medicamentos, la atención médica o al empleo y la seguridad social. En ese orden, se observan avances vinculados a servicios, vivienda y medio ambiente. Sin embargo, el estancamiento económico repercutió categóricamente en el crecimiento de la desigualdad social. “Se constituye como un fenómeno persistente en la Argentina, donde a lo largo de todo el período los hogares que presentan al menos una carencia en derechos supera al 60% y donde la mayor parte de la población en hogares en condiciones de pobreza por ingresos presenta alta concentración de privaciones de derechos de manera estable en el tiempo”, subraya el informe.

Asimismo, se registra –en el mismo lapso– “una mejora sustancial en el acceso a servicios básicos de la vivienda y una evolución favorable en relación con el acceso a una vivienda digna y a un medio ambiente saludable”. La contracara no es otra que el “deterioro” marcado desde 2016 en materia de alimentación y salud, así como acceso al empleo y la seguridad social.

Alimentación y salud

ODSA – UCA

El déficit en torno a alimentación y salud experimentó se ubicaba en torno al 19% en 2015. A partir 2016 las condiciones de privación se incrementaron al 26,6% de los hogares en 2019. La explicación de esta variable se inscribe en que, desde 2016, crecieron las dificultades para el acceso a medicamentos (suba de precios) y a la atención médica y desde 2018 por el incremento de la inseguridad alimentaria severa.

Servicios

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En relación con el acceso a servicios básicos se observa una mejora a lo largo de todo el período, en el cual los hogares que presentan privación en esta dimensión pasan de representar del 38% en 2010 al 30% en 2019. En este sentido, hubo mejoras en materia de agua corriente y conexión a red cloacal.

En cuanto a la vivienda también se detectan mejoras sostenidas a lo largo de todo el período. Ya en 2019, poco más de dos de cada 10 hogares no accedían a una vivienda adecuada tanto por sus materiales, espacio o disponibilidad de servicio sanitario (cuando al inicio de la serie casi el 29% de los hogares se encontraban en esta situación).

Educación

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Para nada menor resulta la dimensión educación que marca una evolución irregular: la proporción de hogares que tienen al menos una persona que no asiste a instituciones educativas formales o presenta rezago educativo se mantiene cercano al 30%. Aproximadamente, el 12% de la población se encuentra en esta situación.

Empleo

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Uno de los aspectos con mayor deterioro no es otro que el empleo y la seguridad social. La tendencia, a partir de 2016, se complejiza cuando el nivel de hogares que no perciben ingresos provenientes de empleo registrado ni de jubilaciones o pensiones contributivas se incrementó del 25 al 30% del total. “Esta dinámica estuvo vinculada principalmente al incremento del desempleo y la precarización laboral, que impactó más fuertemente sobre los sectores más vulnerables”.

El drama social en cifras

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En 2019, el 65% de los hogares presentaban carencia en al menos una dimensión.

Los hogares bajo condición de pobreza por ingresos y carencias no monetarias experimentaron un importante descenso en el inicio de la serie en 2011 para seguir una tendencia levemente ascendente hacia 2015.

En 2016 comienza un proceso –con la excepción del 2017–que expresa un fuerte incremento de la pobreza multidimensional que alcanzó al 37,5% de la población en 2019, incrementándose en ocho puntos desde 2010.

La pobreza estructural asume una tendencia decreciente tras 2010, permaneciendo en niveles cercanos al 16% hasta 2015. A partir de 2016 comienza una etapa en la que experimentó un incremento sostenido (con la excepción de 2017) llegando al nivel más alto de la serie en 2019, alcanzando a un 21% de la población.

En 2019, se encontraban en situación de pobreza multidimensional el 54% de los niños y adolescentes (de 0 a 17 años), el 38% de la población de entre 18 y 29 años, el 34% de los que tenían entre 30 y 59 años y el 12% de los que tenían 60 años y más.

ODSA – UCA
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