Así lo dijo la hermana de Tayavek, uno de los jugadores santafesinos de la Selección de Básquet. “No puedo mirar los partidos, no me banco que lo critiquen como persona, sí como jugador”, dijo.

“Es muy raro, nunca te acostumbrás a lo de la distancia, pero sí te acostumbrás a no verlo, a las ausencias, es muy loco que esté en China”, dijo en el programa televisivo Apto para Todo Público Atenas Gallizzi, hermana de Tayavek, jugador de básquet santafesino, hoy en la selección nacional que clasificó a Tokyo 2020.

“Taya” tiene 26 años, mide 2,05 m y actualmente juega en Regatas de Corrientes, en el puesto de ala pivot. Pero antes de llegar allí, su historia pasó por Santa Fe y más precisamente por Santa Rosa de Lima.

La familia de Tayavek sufrió la inundación de 2003, cuando vivían en el barrio más populoso que tiene el oeste santafesino. “Cuando empezó a venir el agua, mi mamá estaba trabajando y nosotros estábamos solos, y cuando ella llega nosotros estábamos durmiendo con el colchón todo mojado y ni enterados de que nos estábamos inundando”, recordó Atenas.

“Para que mi mamá suba al techo le dijimos que había una serpiente porque le tiene miedo a las alturas”, recuerda.

“Empezaron a sacar a los ancianos y los chicos, pero no me quise ir porque pensaba que si me iba mi mamá se iba a ahogar, pero mis hermanitos Ayrton y Tayavek se fueron. Taya se metió en el hospital a buscarlo a mi papá pero no lo encontró, y sí a uno de los encargados, conocido de mi papá y se quedó con él. A la noche nos fueron a buscar a nosotras, luego nos reencontramos todos en la casa de unos tíos porque nos pudimos contactar”, detalló.

Respecto de los comienzos en el deporte, Atenas contó que “habíamos empezado en la escuela Bialik y si vas ahí, sí o sí vas al club Macabi, no te queda otra. Como mi mamá y papá estaban trabajando todo el día, nosotros hacíamos actividades para no estar solos, todas las que había las hacíamos”.

“Ayrton dejó, yo jugaba por jugar y Taya fue el único que lo siguió como una carrera, después lo siguieron, lo vieron y comenzó su carrera como basquetbolista”, rememoró Atenas.

“Le encantaba estar detrás de la pelota, por la altura quedó como pibot, lo hacía para no estar tanto tiempo en la calle y evitar ciertas cosas, pero también pasó las mil y una, no podía ir, venía y lo buscaban, le quisieron robar y un montón de cosas a la salida, le quisieron robar la bicicleta, no ha tenido para ir en cole, se vino caminando del club, un montón de cosas, pero siguió y terminó siendo quien es”, contó súper orgullosa la hermana de Taya.

Consultada sobre cuándo y cómo se dieron cuenta de que la vida de Tayavek era el básquet, dijo: “Cuando los clubes se empezaron a pelear para poder tenerlo, eran como tres clubes”.

“Cuando llegó a la selección fue un orgullo para todos, porque más allá del impacto que generó en la familia, fue como ratificar que ‘servías para algo’”, dice su hermana entre risas.

“También jugo el Mundial 2014, pero no tuvo tanto impacto como este, ahora la gente lo sigue más, lo critica más, hay quienes lo quieren y quienes no”, puntualizó.

Atenas, confió entre risas que “no miro los partidos, no puedo, mi mamá sí, llora, grita, te aturde, se emociona, yo no puedo verlo como jugador, lo considero como mi hermano, lo que me sale decirle es ‘jugamos desde chicos, con tierra y ahora te hacés el que estás en China’”.

“Una vez Scolla se le acercó para abrazarlo y le dijo al oído que salte tan alto que debe ver la tierrita que hay en el tablero”, narró Atenas. “No me molesta que lo critiquen como jugador, porque esas críticas deben existir, pero sí que lo critiquen como persona”, finalizó.

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