Concluyó un nuevo juicio que investigaba hechos ocurridos entre 1976 y 1977. Las víctimas transitaron su cautiverio en distintos centros clandestinos que funcionaron en dependencias de la policía provincial, entre ellos la Comisaría Cuarta y la Guardia de Infantería Reforzada. Un represor fue condenado por violación. Una de las víctimas dibujó para testificar sobre su martirio.

Concluyó hoy un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad en el Tribunal Oral Federal santafesino.

Una de las particularidades de esta causa es que se condenaron delitos sobre la integridad sexual de mujeres y adolescentes, por parte de represores, además de secuestros, torturas y desapariciones.

Las víctimas eran en aquel momento militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). A algunos de ellos no los desaparecieron y pudieron ser testigos de diferentes causas.

Los nombres de los condenados no son nuevos y las condenas que se dictaron hoy se sumaron a penas anteriores.

A Ramón Ferreira (mandamás de la seccional 4a) lo condenaron a 15 años y con la anterior la cifra de reclusión llega a 23.

Juan Calixto Perisotti (representante del área 212 del ejército y encargado del centro de tortura clandestina que funcionaba en la Guardia de Infantería Reforzada) fue condenado a 10 años, unificada a perpertua con las otras condenas que posee.

María Eva Aebi (guardiacárcel) recibió siete años de prisión, unificada a cadena perpetua.

Eduardo “Curro” Ramos, recibió 20 años de condena por violación de una adolescente de 14 años. El represor, en su “defensa” durante la audiencia dijo que “en aquella época tenía novias mucho más lindas” que la adolescente detenida ilegalmente.

Victor Hugo Cabreras recibió 6 años de prisión.

Héctor Melitón Martínez 12 años de prisión.

Eduardo Córdoba (chofer de la organización) condenado a cuatro años de prisión.

Los militantes de los organismos de Derechos Humanos esperaron las condenas en la puerta del edificio del Tribunal Oral y hubo gestos de aprobación al escuchar los montos.

Otra particularidad de esta causa es que Raúl Viso, víctima de la represión de la dictadura y testigo de esta causa, aportó su testimonio mediante su especialidad que es el dibujo. Algo que no había ocurrido hasta ahora.

El Tribunal aceptó 24 dibujos como prueba judicial y testimonio de un sobreviviente de la dictadura, en un hecho sin precedentes en juicios de lesa humanidad. Viso, quien militaba en la UES cuando un grupo de tareas lo secuestró en Buenos Aires y lo trasladó a Santa Fe, en 1976. Tenía 17 años. Viso dibujó su martirio y el de sus compañeros, el asesinato de uno de ellos y la sala de tormentos en la Comisaría 1ª, donde -«delgado y ágil» como era- zafó de la capucha y empujado por la desesperación se arrojó al vacío desde el primer piso.

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