Pablo Landó, de Ni un Pibe Menos por la Droga, remarcó la necesidad de reforzar acciones preventivas para poder reconstruir proyectos de vida.
Días atrás, profesionales del hospital José María Cullen dieron a conocer un estudio que reveló “un dato alarmante”: “En los últimos seis meses de 2022, se incrementó en un 30% la cantidad de consumidores de cocaína en una población joven que llega a la guardia del hospital”, detalló Pablo Landó, referente de Ni un Pibe Menos por la Droga Santa Fe. En declaraciones a Ciudadanos (que se emite este domingo, a las 20, por Somos Santa Fe, Somos Rafaela y Somos Rosario), el militante social ponderó la posibilidad de elaborar estadísticas que permitan conocer el cuadro de situación más cercano a la realidad en torno a los consumos problemáticos.
En el mismo contexto, Landó apuntó a los jóvenes –oriundos de Santa Clara de Buena Vista–que debieron ser internados por el consumo de cocaína adulterada con un antiparasitario de uso veterinario. “Cuando la cocaína ingresa en el consumo, se extiende y genera conductas adictivas que son mucho más complejas para poder recuperar y reconstruir un proyecto porque ya se perdió el control del consumo entre la persona y la sustancia”, enfatizó.
Frente a este panorama, entidades como Ni un Pibe Menos por la Droga pone el foco en la prevención. Es decir, “evitar que lleguemos a situaciones como esa, con espacios de actividades culturales, recreativas, deportivas y educativas se pueda trabajar con una población vulnerada”. No obstante, Landó observó que el consumo de drogas “no respeta clases sociales, edades ni barrios; pero sí es cierto que el poder adquisitivo del consumo implica acceder a determinadas sustancias de mayor a menor calidad”, distinguió.