La historia convirtió al alfajor santafesino en un emblema cultural y turístico. Pese a la crisis económica actual, no cayeron las ventas, mientras que la incorporación de productos saludables permitió crecer en la región y el país.
Diego Castro lleva adelante la empresa Merengo, una marca emblemática de la cultura local. “En 1951, don Hipólito Montemurro, el abuelo de mi esposa, compró Merengo. En su momento era una panadería grande, una confitería y don Polo resignificó el alfajor y lo lleva a ser un ícono de Santa Fe”, comentó en su paso por ABC1 (que se emite este domingo a las a las 23 por Somos Santa Fe y Somos Rafaela y a las 21 por Somos Rosario).
En ese proceso histórico, Merengo abandonó la panadería para convertirse en la fábrica de uno de los productos más característicos de nuestra cultura. “El momento clave fue la inauguración del Túnel Subfluvial. Treinta colectivos por día paraban en Merengo a llevarse alfajores”, ilustró el empresario dando cuenta de la impronta turística que también adquirió el producto al ser una marca identitaria de la ciudad.
Castro subrayó que la importancia de darle valor histórico, ya a mediados del siglo XX, “a un producto santafesino que podía tener trascendencia nacional”.
Ya en el plano del mercado, el responsable de la firma indicó que hace 10 años “el concepto que teníamos como marca era ‘que vengan de afuera y compren acá’. (Después) pensamos que teníamos que salir geográficamente de Santa Fe. La barrera siempre fue la durabilidad del producto que son dos meses. Eso limita poder desarrollarse geográficamente. Entonces, la ruta natural siempre fue Santa Fe, Rosario, Buenos Aires”, explicó.
En cuanto a la producción de las pymes, Castro indicó que hoy día “es necesario optimizar recursos”. “La estructura es lo justo, no hay ni más ni menos. Hoy trabajamos con un solo turno de producción. La ventaja es que, en este contexto actual, no nos caímos como rubro de consumo masivo”, destacó. Al mismo tiempo, marcó que “en épocas de bonanza, cuesta crecer porque es un producto muy de nicho, porque la durabilidad del producto es una barrera de entrada”. Dicho de otro modo: “En momentos buenos, quizás, no crecemos como otras industrias, pero en los momentos malos no caemos”.
Hace seis años, instalado en la zona portuaria, Merengo apostó con la instalación de una planta destinada a la fabricación de productos para celíacos. La marca nos ayudó a que tome confianza el consumidor. Hoy, en Buenos Aires tenemos más de 20 distribuidores de la línea saludable”, subrayó y añadió que en la actualidad la empresa dispone de dos productos cero azúcar, dos productos libres de gluten y un producto libre de lactosa. “Estos cincos productos de la línea saludable explican el crecimiento que hemos tenido en los últimos años”, consignó Castro.