Se trataba de la narco más poderosa de la región. Su banda movía millones de pesos por mes en drogas. Los investigadores la señalan como la “heredera” del negocio que dejó Vicente Pignata. En la investigación hay rastros de dólares, casas caras y una pata policial.
La policía llevó adelante ayer ocho allanamientos y dejó desarticulada la banda de la curandera, cuya identidad real es Vanesa Marcela Saravia.
Junto a ella quedaron detenidos también su pareja y cuatro personas más.
La mujer quedó a cargo del negocio que dejaron sin conducción “Zurdo” Villarroel, Luis Paz y Vicente Pignata.
La investigación la llevó adelante la Unidad de Narcocriminalidad de la Policía de Investigaciones con la conducción del fiscal federal Gustavo Onel.
El historial
El portal www.zonacriticaonline.com.ar publicó que “la curandera”, como se la conoce en el ambiente narco, creció exponencialmente en los últimos tiempos y eso no pasó desapercibido.
En los allanamientos se secuestraron 118 mil dólares, 300.000 pesos, más de 140 kilos de cocaína, una prensa hidráulica y elementos para estirar la droga.
Los operativos se precipitaron luego de dos circunstancias que alertaron a los pesquisas: la ausencia de llamadas entre integrantes de la banda y un traslado de -presumiblemente- drogas en la madrugada del jueves. Entre los detenidos se encuentra un efectivo policial que cumple funciones en la regional departamental de San Jerónimo.
“La Curandera” tenía la base de operaciones en un caserón de Guadalupe, en calle Echagüe al 6.900 donde dirigía el negocio con su pareja Martín Albaristo.
Tenían el dominio de varios inmuebles desde donde movían drogas y dinero en diversos autos.
Los más frecuentes eran “El Templo” Umbanda de la calle San Gerónimo al 7.800, San José al 10.400, Tarragona al 200, dos garages ubicados en Boneo 637 y una casa operativa en Los Ceibos al 10.400.
De los casi 150 kilos de cocaína secuestrados, la mayor parte se encontraban dentro de autos de alta gama que estaban bajo el dominio de Saravia, entre ellos una Toyoya Hilux, una Ford Ranger, un Peugeot 308, un mini Cooper color gris y un Jeep Patriot, color blanco. Los viajes más frecuentes se hacían entre la casa de Guadalupe y la de San José al 10.400.
La banda de “La Curandera” tenía, al menos, a dos policías encargados de realizar viajes y camuflar dinero o drogas en ruedas de auxilio de los coches utilizados.
La red contaba con colaboradores de menor rango que movían la droga en mochilas o bolsos en colectivos de media y larga distancia, de acuerdo al seguimiento que hicieron los pesquisas a cargo de la investigación.
La cocaína se vendía en dos modalidades: si era por mayor a través de un contacto telefónico y por bochitas en kioscos de la zona, como en pasillos de villas o barrios populares, custodiados fuertemente por soldaditos.
Todo se precipita
El pedido del fiscal Gutavo Onel se activó luego de la información aportada por los investigadores, y que hacia referencia a un movimiento inusual.
A las 4 del jueves 7 de noviembre arribó al domicilio de San José al 10.400 una Hilux.
Dos hombres se bajan en la casa. Luego llega otro y hace lo mismo. El último en arribar pone su coche, un Peugeot 308 de culata sobre la vereda. De repente, varias personas salen del lugar y lo cargan de bolsos.
El Peugeot arranca y llega hasta la casa de Los Ceibos al 10.400. Una maniobra que despertó aún más la inquitud policial.
Algunas horas después, casi 150 kilos de cocaína serían secuestrados de distintos lugares, en lo que quedaría como unos de los golpes más grandes al tráfico de drogas en la provincia.