La división de Asuntos Internos de la Policía Federal llegó a la recolección de pruebas para detener a agentes de su fuerza por medio de una investigación a un narco. ¿Quién era y qué relación tiene con estas detenciones? Aquí el origen de la historia.
Hoy se conoció un gran escándalo dentro de la delegación local de la Policía Federal. Mediante una investigación de Asuntos Internos de la fuerza se detuvo al jefe, Marcelo Lepwalts, quien había arribado a la ciudad hacía poco tiempo para cubrir ese cargo; un principal que se encontraba a cargo de la Brigada de Investigación; un oficial; un ayudante y dos suboficiales que prestaban servicios en la dependencia.
El procedimiento todavía retumba en las esferas políticas y de seguridad debido a la gravedad institucional que tiene. ¿Pero cómo fue que llegaron a probar el grado de corrupción en los integrantes de la fuerza detenidos?
Antes de que hoy se produzcan las seis detenciones de los policías, se detuvo a otro hombre por narcotráfico. Aunque el principio de la historia se remonta al 4 abril último.
Ese día, efectivos de calle de la Policía Federal detuvieron a un hombre en un procedimiento “de rutina”. El personal que lo retuvo desconocía que sobre esa persona pesaba una investigación con la utilización escuchas telefónicas.
Los policías participaron de este operativo de calle actuaron con corrupción y le quitaron al dealer parte de la droga, también a cambio de dinero le devolvieron un teléfono celular en el cual el narco tenía la información sobre las cobranzas de su “actividad”. Como fruto del procedimiento “le armaron” una causa por tenencia simple, por lo cual quedó en libertad a las pocas horas de haber sido detenido.
Los policías que seguían la investigación por medio de las escuchas inmediatamente se dieron cuenta de lo que estaba pasando y denunciaron la situación de corrupción a Asuntos Internos.
En este contexto, la investigación al dealer siguió adelante, hasta coronarse hoy cuando se produjo el allanamiento de su casa. En el procedimiento le secuestraron una piedra de cocaína de máxima pureza, 700 mil pesos y 1.800 dólares y además el teléfono que le habían devuelto después de detenerlo el pasado 4 de abril.
Los demás es historia conocida: la detención de los seis policías federales que desempeñaban tareas en la delegación local, incluido el jefe.