Daniel Elvio Ojeda es vecino de barrio San Lorenzo. En un diario pudo registrar su vivencia como inundado y evacuado. Este 29 de abril, presenta sus escritos en una jornada especial que tendrá lugar en El Birri.

Hacía días que la lluvia no cesaba. Era la tarde del 29 de abril de 2003 cuando Daniel Elvio Ojeda no quiso dejar su casa, en barrio San Lorenzo. El agua se acercaba cada vez con mayor virulencia y se escuchaban los ladridos de los perros. El río Salado, en pocos minutos, ya tapaba las viviendas de la zona. La vivencia de Daniel se puede repetir en cada rincón del cordón norte y oeste de la ciudad de Santa Fe, en vísperas del 20° aniversario del crimen hídrico que dejó miles de personas damnificadas.

En el marco de las conmemoraciones por la dolorosa fecha, este sábado, desde las 19.30, en Centro Cultural El Birri (General López 3698) tendrá lugar “Veinte Ventinueves”. Se trata de una serie de actividades que incluye la presentación de dos diarios inéditos, uno escrito por Leda Sánchez y otro por el mismo Daniel. “Para mí sigue siendo como si fuese sido ayer. Cada vez que lo relato se me hace un nudo en la garganta. Cuando llegó el agua no dio tiempo a nada. Arrasó con todo”, comenzó a narrar el propio Daniel en su paso por ATP.

“Me subí al techo de mi casa y seguía subiendo el agua. Y el vecino, que tenía un piso más, me llamó y me fui con él y su familia. Pasaban las horas. Eran las dos o tres de la mañana. Se escuchaban gritos de todos lados. Parecía una película de terror. Pasó un muchacho con una canoa y nos llevó porque nos dijo ‘va a seguir subiendo y ustedes son los últimos’. Y así era”, recordó.

Luego vino un largo periplo que encontró a Daniel siendo alojado, como tantas otras personas evacuadas, en el colegio Adoratrices. Mientras llegaba más gente que atravesaba aquel drama que significó ser inundado, este hombre le pidió a una de las colaboradas que trabajaba en ese centro de evacuados una birome y un papel. De esa manera surgió el diario que mañana expondrá en El Birri. “Observaba cómo entraba gente de todas clases sociales. Miraba cómo los chicos iban y venían, como ignorando todo lo que pasaba. Había gente grande que parecían zombis, que no sabían dónde estaban ni con quién estaban. A la noche, yo no podía dormir porque pensaba un poco en lo que había perdido, que me costó 25, 30 años. Mi casa, mis cosas. Y perderlo en 25, 30 minutos”, sintetizó.

La entrevista completa, a continuación:

FuenteRDP
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