Un grupo de ecólogos de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL evaluó la pérdida de biodiversidad y describió el estado del suelo tras los incendios en la región litoraleña.
Durante 2022, más de medio millón de hectáreas fueron quemadas en todo el país, más del doble que en 2021. Las cifras surgen del informe “Los incendios forestales en Argentina. La situación en 2022”, de Amnistía Internacional (AI), con datos suministrados por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SMNF), del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS).
Un grupo de investigadores de la UNL –muchos de ellos, pertenecientes al Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB)– relevaron distintas zonas afectadas entre las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, comprendidas en áreas de influencia del río Paraná medio, desde Resistencia, en Chaco, hasta Diamante, Entre Ríos, para proveer por primera vez, información de la biodiversidad que se pierde y de generar un modelo predictivo que permita prever el impacto de las quemas sobre el suelo y los ecosistemas de humedales. En años marcados por el fuego, ¿es posible la restauración de los territorios, de qué manera y en cuánto tiempo?
Entre otras funciones ecosistémicas que cumplen los humedales, que ayudan a mitigar el cambio climático, por ejemplo, regulan la retención de agua para las inundaciones y las sequías, filtran nutrientes y retienen elementos que de otra forma se liberan y contribuyen al efecto invernadero. “El avance del fuego sobre diversos ecosistemas, va destruyendo la biodiversidad y desplazando comunidades. Esto viene asociado a la expansión de la frontera agropecuaria, pudiendo identificar como actividades principales la siembra de granos y el desarrollo de la ganadería”, afirma la investigadora Paola Peltzer que es parte del Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB-UNL y del Conicet.
Humedales e islas
Desde que este grupo comenzó a recorrer las zonas incendiadas, a principios del año 2020 –con el inicio de la pandemia por la Covid-19–, relevaron 17 sectores de islas y humedales del Paraná medio, es decir la confluencia que se extiende desde Resistencia-Chaco hasta Diamante-Entre Ríos. “Algunas eran bastante accesibles, otras no, dependiendo de la intensidad y la severidad de los incendios. A partir de allí, empezamos a dimensionar lo que estaba dejando a su paso el fuego y comenzamos a cuantificar cadáveres y destrucción total o parcial de nidos y/o refugios, especialmente de vertebrados tetrápodos –anfibios, reptiles, aves y mamíferos–, como también de flora nativa. Tenemos datos de este trabajo que está a punto de ser publicado”, anticipó.
Durante agosto y septiembre, según el primer análisis de los datos recolectados por este grupo, que fue presentado en 2021 en el Segundo Encuentro Nacional de Restauración Ecológica de Argentina, fueron afectadas la mayoría de las unidades ambientales que componen los humedales. La profundidad del suelo quemado –factor del cual dependerá además el tiempo necesario para su recuperación, en este caso, el 70% de los humedales no registró revegetación a mediano plazo (de 3 a 4 meses)– varió de 2 a 12 centímetros, mientras que la altura de las llamas en especies leñosas alcanzó entre 2,70 y 4,20 metros. Los denominados albardones, montículos que se crean cuando un río amontona sedimentos, fueron los más dañados en un 83 %, seguidos por las media-lomas, 47 %, las depresiones o lagunas internas, 17%, y las barrancas 5 %. En cuanto a las especies afectadas, de forma directa por mortalidad o huida, como indirecta, por ejemplo: semillas-frutos, corteza, nidos, heces y plumas quemados, se registraron 83 especies, entre plantas, anfibios, aves, reptiles y mamíferos.
¿Regeneración natural o restauración activa?
Según los datos que estos investigadores presentaron en el Segundo Encuentro Nacional de Restauración Ecológica de la Argentina, sólo un escaso número de especies se regeneran naturalmente a mediano plazo, mientras que la recuperación de especies leñosas requiere de un plazo mayor a un año y depende del cese de las actividades tensionantes (como la ganadería) y/o incendios reiterados como también de las precipitaciones. “Sin lugar a dudas, la solución debe venir de la mano colectiva, en el sentido de que debemos empezar a entender que sin estos ecosistemas vamos a perder todo lo que ellos nos ofrecen. Estas áreas albergan al 40% de la biodiversidad de Argentina, brindan alimento, refugio y anidamiento de reproducción para numerosas especies”, graficó la coordinadora del estudio sobre el impacto ambiental de las quemas en la zona media del río Paraná.
En este escenario, se estima que la recuperación de los depósitos de carbono quemados llevará decenas de años, plazos largos, considerando que tal vez no pasen muchos años hasta una próxima bajante extraordinaria y anormal del Río Paraná, acelerado en función de la crisis climática. “Queremos que las personas entiendan que no estamos pidiendo que dejen de producir, sino que queremos un cambio. Un cambio que sea sustentable y amigable con la naturaleza, pues nosotros somos parte de la naturaleza, no somos dueños. Una vez que empecemos a entender todo esto, creo que las soluciones van a salir por sí solas”, concluyó.
El paper publicado se titula: “Efectos de los incendios intencionales en los humedales del río Paraná en Argentina: perspectivas de la restauración ecológica”. El documento puede leerse a través del siguiente enlace: revistas.ufrj.br/index.php/oa/issue/view/1109/showToc