Este miércoles fueron detenidos dos comisarios y un subcomisario, además de un organizador de eventos. Se los imputará por delitos cometidos entre 2020 y 2023.
Cuatro personas resultaron detenidas este miércoles en el marco de seis allanamientos pedidos por la fiscal de Delitos Complejos Laura Urquiza, en el marco de una pesquisa que, a su vez, es resultante de un desprendimiento de la investigación por el atraco a la comisaría de Arroyo Leyes, ocurrido el 17 de noviembre de 2022. Esta vez resultaron detenidos tres policías: dos con el cargo de comisario supervisor y un subcomisario, quienes fueron identificados como Leonel Almada (jefe de la Comisaría de Monte Vera), Gabriel Lemos y Maximiliano Morgans, que prestaba servicios en el centro de monitoreo del 911. A ellos se sumó Alejandro Medrano, un relacionista público, domiciliado en el centro de la capital provincial. Otro policía se encuentra prófugo.
La fiscal Urquiza pudo establecer un ligamen entre Martín Viñas, alias “Pato”, quien está preso, acusado de liderar el atraco a la comisaría de la costa en noviembre pasado, y los policías recientemente detenidos. Viñas es también el contacto que figuraba en el teléfono de Andrés Kaipl –imputado y condenado por el crimen del empresario Hugo Oldani a 22 años de prisión–como “Martín Pato” y, de hecho, el fiscal Gonzalo Iglesias difundió en las audiencias del juicio oral por el crimen de Oldani unos chats entre ambos –Kaipl y Viñas– en donde se hace referencia a una entradera ocurrida el 25 de noviembre en calle Moreno al 2600 de Santa Fe.
La pericia sobre celulares que pertenecían a la banda que perpetró el hecho de Arroyo Leyes, sumadas a otras tareas investigativas, posibilitó vincular a Viñas con Morgans y Lemos, a quienes conoció hace más de una década cuando los oficiales revistaban en la vieja Agrupación de Unidades Especiales, la AUE, de la URI. Esa dependencia investigativa fue un plafón para la formación de buenos detectives, pero también un nido de delincuentes de azul. Lemos, conocido con el apodo de “Gatito”, estuvo en la mira de los agentes antidrogas de Santa Fe en 2019, cuando estaban investigando a Vanesa Saravia, alias “La Curandera”, quien fue detenida con 150 kilos de cocaína de muy buena calidad. Aquel viejo grupo de la AUE se conformó alrededor de un ex jefe, Claudio Acosta, quien fuera mano derecha de Hugo Tognoli en la vieja Drogas Peligrosas.
El “Pato” Viñas tuvo una muy cercana relación con Acosta y su hijo, quien también fue agente del área de narcóticos de la policía santafesina. “Eran tan amigos el Pato y Claudio que cuando lo mandan a Coronda a ser jefe de la AUE, el Pato se fue a vivir a ésa ciudad también”, recuerda una fuente consultada. De acuerdo a esta reconstrucción, Morgans le presentó a Viñas, en 2020, a Sebastián Pallavidini, con quien comienza una relación de amistad y de socios en el mundo del delito. Pallavidini es comisario y también está preso por –según la Fiscalía– haber sido quien le dio el dato a Viñas para robar dólares en la casa lindante con la comisaría de Arroyo Leyes y también sería el que aportó los uniformes de policías al resto del grupo para producir los atracos. Este mundo de relaciones permitió a Urquiza establecer que los policías detenidos tuvieron un rol importantes en otros hechos ocurridos entre 2020 y 2023, que ventilará seguramente en la audiencia imputativa.
La banda de los comisarios no sólo contaba con el aporte de “Pato” Viñas. También articulaban con un relacionista público de la ciudad llamado Alejandro Medrano, quien fue detenido en pleno centro de la ciudad este miércoles. Medrano fue socio de Andrés Kaipl en la realización de fiestas nocturnas en el boliche “La Pirámide”, de la capital. También prestaba dinero a pequeños comerciantes del centro, de acuerdo a lo declarado por Kaipl. El recientemente condenado a 22 años de prisión por el crimen de Oldani, ocurrido en febrero de 2020, dijo que el día del asesinato en la Galería Rivadavia fue a buscar en su Fiat Palio Fire a Brian Damiani (quien fuera “el campana” de la banda juzgada por el homicidio del empresario) al norte de la ciudad. En los alegatos de clausura Kaipl, a quien todos conocían como “Andresito”, señaló que Medrano lo acompañó esa tarde hasta un rancho del norte de la capital, propiedad de un hombre de apellido Verón, conocido del chofer de la banda, Juan Ruffino, condenado a prisión perpetua.
“Medrano vino conmigo ese día porque estábamos haciendo cobranzas en la zona de la Iglesia del Carmen (a 200 metros de los locales de Oldani) y estaba caliente porque Damiani le debía plata de un préstamo y lo tenía a las vueltas, también a mí me preocupaba la situación porque en este ambiente el que presenta a una persona se hace cargo de esa deuda, y yo le presenté a Damiani”, dijo Kaipl. “Andresito” fue implicado en la causa por el propio Damiani, quien declaró -ya detenido – a mediados de 2020, que Kaipl, él, Ruffino y Figueroa habían ido la mañana del crimen a ver a una persona “morocha y modurrita” que vivía cerca de una Farmacia, además de destacar que Kaipl hizo tareas de inteligencia en la galería, grabando con su celular el lugar. El 29 de diciembre de ese año al socio de Medrano en el boliche fue detenido, pero no Medrano.
La Fiscalía ordenó la detención de Alfredo Sadonio, un bioquímico casado con una farmacéutica, dueña de un local frente al club Macabi. Sadonio estuvo 11 días preso en Las Flores y recuperó la libertad. El 21 de febrero de este año, el juez Octavio Silva dictó el sobreseimiento de Sadonio y en su escrito resalta que el propio Kaipl había declarado que en la mañana del crimen él había ido a visitar a Medrano, en la esquina de Crespo y 9 de Julio. “Era mi socio –dijo Andrés, y tenía una deuda con Alejandro Ulla, alias “el mono”, reseñó Silva. El sobreseimiento fue apelado por los fiscales y la pesadilla del bioquímico nunca se apaga.
“¿Por qué la Fiscalía o la querella no pidieron que se profundice la pista de Medrano?”, dijo el abogado Gustavo Abraham, defensor de Kaipl en las palabras finales del juicio. “Resulta que aquí se lo menciona, se dice que estaba con mi cliente en el auto, que eran socios, que vive cerca de una farmacia, pero no se lo investigó”, dijo el abogado. La réplica del fiscal Iglesias fue corta: “Si hubo escuchas es porque fue investigado”. Ciertamente Medrano fue “caminado” por agentes del Organismo de Investigaciones que le siguieron los pasos hasta Sauce Viejo, donde el relacionista se refugió luego del crimen de Oldani. Estuvo un tiempo en la casa de unos familiares y cada tanto advertía la presencia de gente y autos extraños. Nunca se pidió su detención ni tampoco se los “molestó” para aclarar los dichos de Kaipl. En los pasillos de Tribunales se insiste: “En lugar de Medrano pusieron a Sadonio, sin nada para incriminarlo”.
Medrano fue detenido en la misma casa de 9 de julio y Crespo el 26 de octubre del año pasado por la delegación Coronda de la Agencia de Investigación Criminal por el asalto, robo y privación de la libertad de una pareja de adultos de la localidad de Arocena. El hecho ocurrió el 25 abril, pero tuvo un envión tras que una de las víctimas reconociera a uno de los delincuentes, quien resultó ser Medrano, el mismo que ingresó a robar en el Boulevard Ledesma de Arocena a la familia Racca, que es conocida por restaurar autos. Precisamente, Medrano había acordado un encuentro previo con Don Racca, simulando el interés por un coche. Ya en el taller de las víctimas, Medrano hizo saber su interés real y maniató a los ancianos, robó una suma dinero cercana a los 100 mil pesos y una camioneta Eco Sport.
El fiscal Marcelo Nessier imputó a Medrano y a un compinche y le dictó la prisión preventiva. Pero la defensa del bolichero apeló y el juez Fernando Gentile Bersano ordenó su libertad con los argumentos de que no existía riesgo procesal y fijó medidas alternativas en un dictamen de 12 páginas del 12 de diciembre pasado. Este miércoles Medrano volvió a caer, con 52 años y una vida al límite.