Por Sergio Basile, diputado provincial de la UCR.
A esta altura de la gestión provincial decir que el gobernador y todo su gabinete son improvisados es noticia vieja. La novedad es que ya lo convirtieron en un arte de la gestión y lo podemos ver en la actitud que tomó el Ejecutivo respecto de la paritaria docente: esperar hasta la última semana del receso para sentarse a dialogar con los gremios.
A finales de enero el diputado y precandidato a gobernador, Maximiliano Pullaro, lo adelantó en notas a los medios: “Se termina enero […] nos preguntamos qué está haciendo Perotti para garantizar las clases este 2023”. Y la respuesta era clara: nada.
Mientras en toda la administración se viven desmanejos e improvisación, Perotti levanta como bandera de gestión tener una gran suma de dinero en plazo fijo. Sin embargo, creemos firmemente que una buena gestión utilizaría los recursos con criterio y coherencia para solucionar inconvenientes y planificar a largo plazo en diferentes áreas del gobierno provincial.
En su última paritaria el gobernador vuelve a cometer el error de siempre: no asigna los recursos necesarios para que los salarios de activos y las jubilaciones no pierdan contra los altos índices de inflación que sufrimos en el país.
En estos meses no alcanzaron a reordenar la planta permanente, las recategorizaciones y ni siquiera pusieron en debate y discusión los cambios que se dan por resoluciones ministeriales.
El destrato que existe para con la docencia, y todo el sistema educativo en general, deja en evidencia que el problema no solo pasa por lo salarial sino que también existen otras áreas en las que el gobierno toma decisiones sin planificar ni consultar en la mesa paritaria. Por ejemplo, la situación de infraestructura, las condiciones de trabajo, la situación del personal administrativo; el sistema de evaluación y los contenidos pedagógicos, entre otros puntos.
Las y los docentes, una vez más, se encuentran en la encrucijada de decidir, a días del inicio del ciclo lectivo, si aceptan o no una propuesta que, por las predicciones de inflación anual, está lejos de lograr una recomposición salarial que les permita recuperar el poder adquisitivo.
Y el único culpable de esperar hasta último momento para sentarse a dialogar es el gobierno provincial que juega con deslizar una propuesta pobre y así exponer a las y los docentes como los “malos de la película” si no empiezan las clases. Esto tiene que llevar a una reflexión más profunda, no solo del accionar del Ejecutivo, sino también de los representantes de los trabajadores que en estos cuatro años de Perotti primó más el silencio y la aprobación de acciones de la cartera educativa que fueron fuertemente cuestionadas por la mayoría de las y los trabajadores del rubro.
Esperábamos que este, el último año de Cantero, Pusineri y Perotti, se puedieran garantizar los 190 días de clases que prometió la titular de Educación y que cada trabajador sienta que tiene el respaldo de su dirigencia para no perder su salario o jubilación ante los desmedidos aumentos en el costo de vida. La docencia, las y los agentes de la administración, la salud y la seguridad, merecen tener una asignación mensual que esté por encima de los valores inflacionarios, porque en los momentos más difícil de la pandemia, fueron quienes estuvieron a la altura de las circunstancias para sostener un Estado activo ante tanta incertidumbre.