El Movimiento por el Agua (Mopea) instó a problematizar el uso de biocidas en cultivos, como la soja. Sobre todo, para evitar mayores daños en el ecosistema y en la vida humana.
Un reciente estudio realizado por científicos y científicas de la Universidad Nacional del Litoral y del Conicet lanzó una categórica advertencia al demostrar que los sábalos que habitan en la región del tramo inferior del río Salado, en nuestra provincia, registraron las concentraciones más altas a nivel mundial de nueve biocidas (insecticidas, herbicidas y fungicidas) de uso masivo en cultivos transgénicos, principalmente de soja, maíz y algodón. Sobre esta cuestión, desde el Movimiento por el Agua (Mopea) se instó a pensar en “otro modo de producción”.
“Esto alerta sobre el consumo humano. Además y si bien, pocas comunidades toman agua del Salado para el consumo, más abajo sí ocurre. ¿Qué pasa si se toma agua del Coronda para consumir?”, planteó Gustavo Gutcher, integrante de Mopea en su paso por ATP. En este marco, recalcó la necesidad de problematizar “un modelo productivo que hace 30 años que existe en relación con el ambiente. Cada vez hay más demostraciones de que el glifosato queda en el agua”. En otras palabras, el planteo se instala en torno a “¿qué incidencia tiene sobre el ecosistema en sí y qué incidencia tiene sobre la vida cotidiana de los santafesinos y santafesinas al momento de consumir los peces y el agua de nuestros ríos?”, sostuvo.
Para Gutcher, “es momento de poner en discusión de qué modelo vamos a vivir y qué modelo productivo vamos a tener en la región”, definió.