En el marco del día internacional de la dislexia, conversamos con José María Balbo, Licenciado en Psicopedagogía, y Mariela Yeates Tacón, Licenciada en Fonoaudiología, sobre esta condición que afecta el aprendizaje, particularmente en la adquisición de la lectura.

¿Dificultad, trastorno o condición?

Al abordar el tema, Balbo y Yeates coincidieron en que la dislexia es, para ellos, una dificultad específica del aprendizaje. Aunque muchas teorías la clasifican como un trastorno del neurodesarrollo, ellos prefieren referirse a ella como una dificultad porque «el cerebro está en constante desarrollo y siempre se puede aprender», explicó Balbo. En su trabajo territorial, han observado que con intervenciones sencillas, niños, adolescentes y adultos pueden mejorar significativamente en la lectura, destacando que esta dificultad no está relacionada con la capacidad intelectual de las personas.

¿Cuándo se manifiesta?

Yeates mencionó que es clave estar atentos a la adquisición de habilidades lectoescritoras a partir de los 8 o 9 años, cuando se empiezan a consolidar los engramas relacionados con la lectura. A pesar de ello, algunas personas adultas pueden descubrir dificultades más adelante en la vida, incluso habiendo compensado la dislexia durante su etapa escolar.

Ambos expertos coinciden en que, aunque comúnmente se habla de la dislexia como un trastorno, no debe verse como una etiqueta negativa. En la actualidad, alrededor del 10 al 15% de la población escolar podría presentar esta condición, y recientes investigaciones sugieren que podría haber un componente hereditario, aunque todavía está en estudio.

El enfoque interdisciplinario

La clave para abordar la dislexia, según los profesionales, es un enfoque interdisciplinario. «Se trata de enseñar la lectoescritura mediante un enfoque multisensorial», explicó Yeates. En este proceso se trabaja con operaciones de pensamiento, como la discriminación de formas y la percepción espacial. Además, hacen hincapié en la importancia de la conciencia fonológica, es decir, la capacidad de identificar y manipular los sonidos que componen las palabras, como un pilar para superar las dificultades lectoras.

¿Cómo reaccionan las familias?

Al ser diagnosticados, muchas familias se sienten tranquilas una vez que comprenden que la dislexia no es una discapacidad, sino una dificultad que se puede abordar con estrategias adecuadas. «Es fundamental explicarles de manera clara y visual los errores que los niños cometen y cómo se pueden corregir. Eso les da a las familias la confianza para seguir trabajando», afirmó Balbo.

Además, Yeates agregó que «el trabajo con las escuelas es esencial. Es importante que los docentes también reciban orientación para poder colaborar en la enseñanza de la lectoescritura».

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