En una conversación con Rodrigo Villarreal y Sergio Ferreira para ATP, Juan Borús, especialista del Instituto Nacional del Agua, brindó una perspectiva alarmante sobre la prolongada sequía que afecta a gran parte de Sudamérica, y las consecuencias directas sobre la cuenca del Paraná y el río Paraguay. Borús comparó la situación actual con los años 2020, 2021 y 2022, resaltando la gravedad de los niveles históricos bajos que enfrenta el río Paraguay, algo que no se había registrado en más de 120 años.
Una sequía histórica sin precedentes
Borús explicó que la situación actual es muy similar a la vivida en el invierno de 2020 y 2021, con niveles extremadamente bajos en los ríos y suelos en déficit hídrico. «Son cinco años consecutivos en los que predominó una condición de sequía en toda la región», comentó Borús, extendiendo el problema no solo a la cuenca del Paraná, sino a prácticamente todo el continente sudamericano. El especialista detalló que la cuenca del Paraguay es la más afectada, con el río Paraguay registrando los niveles más bajos en 121 años en su tramo inferior.
«El río Paraguay está mostrando un nivel que no se vio jamás en 121 años, más de 90 centímetros por debajo de cero», señaló Borús, alertando sobre las graves consecuencias que esto tiene para la navegación fluvial, que ya se encuentra limitada en grandes partes de la hidrovía. Según el especialista, esta situación está afectando la capacidad de navegación de trenes de barcazas, generando un impacto directo sobre el comercio fluvial y la exportación.
Impacto económico en la hidrovía y exportaciones
La hidrovía Paraguay-Paraná es fundamental para la economía argentina, siendo la vía de transporte para exportaciones de granos y productos agrícolas. Borús destacó que la sequía está condicionando severamente el flujo comercial y que los efectos sobre la capacidad de carga ya se están sintiendo.
«En la época de 2020-2021, la Bolsa de Rosario estimó que la afectación a la hidrovía representaba un 15% de reducción en la capacidad de carga, y la situación actual no es diferente», recordó Borús. Este condicionamiento implica mayores costos logísticos y perturbaciones en el sistema de navegación, lo que podría afectar las exportaciones argentinas valoradas en unos 30.000 millones de dólares.
Consecuencias para la vida cotidiana
Cuando se le preguntó sobre cómo esta situación puede afectar la vida diaria de las personas fuera del ámbito del río, Borús fue claro: «Se están repitiendo los mismos impactos que se vieron en 2020». Las tomas de agua urbanas, que ya sufrieron complicaciones en años anteriores, siguen siendo vulnerables, aunque se han tomado medidas preventivas para mitigar los problemas.
Sin embargo, Borús advirtió que, a pesar de las previsiones, el costo económico y operativo sigue siendo mayor, especialmente debido al incremento de contaminantes en las aguas superficiales y la acumulación de sedimentos. Este fenómeno afecta a varias localidades, como Barranqueras o Empedrado, donde las tomas de agua enfrentan desafíos adicionales.
Afectación a la fauna y la pesca
Otro punto crítico señalado por Borús es el impacto sobre la fauna acuática, en particular la pesca. La bajante del río ha generado un gran condicionamiento en la actividad pesquera, afectando tanto a pescadores comerciales como a aquellos que dependen del río para su subsistencia. «El pescador más humilde está muy fuertemente condicionado por esta bajante», mencionó Borús, subrayando la dificultad que enfrentan los trabajadores de la pesca en regiones como Corrientes y el litoral santafesino.
Perspectivas de recuperación
Lamentablemente, Borús fue pesimista en cuanto a una pronta recuperación de los niveles hídricos. «Es muy probable que en diciembre tengamos el comienzo de una recuperación muy leve, pero será tímida y lenta», pronosticó. Explicó que antes de que los ríos puedan recuperarse, los suelos de la cuenca del Plata deben volver a una condición hídrica normal, lo cual llevará tiempo, y dependerá de las lluvias futuras.
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