El sector central de la fachada del Rectorado concentra la mayor cantidad de ornamentos. Se destaca el grupo escultórico “La Noche y El Día”. La primera etapa de la puesta en valor se inaugurará este jueves para festejar el centenario de la Universidad del Litoral.
A mediados de este año, mientras el avance de las obras en la fachada del Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) llegaba al sector de mayor complejidad por la cantidad de ornamentos, un equipo de estudiantes de artes visuales, oficiales albañiles, arquitectos y restauradores se abocó al conjunto más simbólico de la parte central. “La Noche y El Día” es el grupo escultórico inspirado en el que Miguel Ángel (1475-1564) realizó para la tumba de Juliano II Médici, en un ambiente de la basílica de San Lorenzo de Florencia, Italia. La complejidad del trabajo se encaró con la misma solidez de todo el proceso trazado por la Dirección de Obras y Servicios de la Universidad: investigación en documentos históricos, planos, fotografías; análisis de materiales y planificación de la intervención.
Punto de partida
Las patologías identificadas en “La Noche y El Día” coincidían con las que presentaban los ornatos premoldeados: la mayor presencia de líquido en el mortero –respecto del símil piedra utilizado en los revoques, que es más sólido por su forma de aplicación– hacía que al fraguar, la pieza se volviera más porosa y permitiera el paso de humedad, afectando la estructura interior de hierro. Oxidación y pérdida de material eran las etapas siguientes de ese proceso de degradación.
El objetivo definido para la intervención fue entonces “consolidar y recuperar las volumetrías y las formas existentes”, como explica la arquitecta María Laura Elías, especialista en ciencia y tecnología del patrimonio quien integra la Oficina de Planificación Edilicia de la UNL. Para preservar las figuras en la mejor condición posible, las intervenciones que se realizaron fueron las necesarias para “disminuir la porosidad en la superficie y que no se generen colonias de líquenes y musgos, que la erosionan y hacen que ingrese agua al sistema portante de las esculturas”.
En relación con la morfología de las figuras, el criterio fue claro en cuanto a no recrear gestos, expresiones o elementos que se hayan perdido “y de los que no tengamos un documento fiel para basarnos”.
El tratamiento final, denominado hidrofugación, consistió en “aplicar un material que se vincula a nivel molecular con el mortero, para que cambie el ángulo de contacto del agua con la superficie y resbale, en vez de depositarse sobre la superficie”.
La ruta del sol
El detalle de las esculturas no dejaba de sorprender a Juan Carlos Hernández y su equipo de trabajo, abocados al trabajo sobre los andamios, a más de 11.60 metros de altura: la musculatura, los pliegues de la piel, el cabello ondulado, las expresiones de los rostros siguiendo la ruta del sol.
Meses atrás, el restaurador explicaba que el primer paso de la intervención fue la limpieza con cepillos y agua a muy baja presión. Luego se reubicaron partes del grupo escultórico que habían colapsado y se consolidaron las que estaban a punto de desprenderse. Se saneó en el lugar la armadura de hierro en sectores donde el material estaba expuesto a la intemperie; y se procedió después a reponer algunas piezas para completar cada figura “manteniendo siempre las líneas y la anatomía de ambas figuras”.
Los sectores más críticos fueron el pie de la figura del varón, que había perdido los dedos; las bases de las dos esculturas, el pecho de la mujer abierto como una llaga; y el búho ubicado a sus pies, tal como puede verse en la obra de Miguel Ángel. Para ese sector puntualmente, Hernández reconoce que “la documentación original nos sirvió mucho. Las dimensiones, la morfología se hicieron conforme a ese material que teníamos”. Todo el proceso se registró en fotografías y planimetrías para documentar lo realizado, y dejar información de utilidad para el futuro.
“Cada obra tiene un desafío particular, que va ligado a una responsabilidad. Sobre todo los sentimos así en Santa Fe, de donde somos con mi hermano Luciano, también propietario de la firma Sipec. Desde un punto de vista lírico uno piensa que pasa a ser parte de la historia del edificio”, dice Juan Carlos. A lo largo de más de 30 años en el rubro de la construcción, realizaron obras de restauración en la Basílica de Luján, en la Iglesia de la Santa Cruz, en el Congreso de la Nación y en el edificio Kavanagh. En Santa Fe, también fueron parte de la recuperación de la Casa de la Cultura.
Un edificio como un texto
Desde las artes visuales, y retomando a la lingüista y psicoanalista Julia Kristeva, José Luis Volpogni explica que es posible leer el edificio de la Manzana Histórica como un texto. “Si todo texto se construye como un mosaico de citas, en el Rectorado encontramos en el grupo escultórico de la fachada, una cita directa a Miguel Ángel y al Renacimiento, lo cual le da al edificio un sentido que tiene que ver con la tradición, con lo atemporal”. El paso del tiempo, de forma casi literal, encuentra en el reloj que se ubica entre la figura del Día y La Noche, un objeto que “remite al devenir”. Esa referencia a la visión renacentista es para Volpogni, una forma de aludir a “la secularización de la cultura y la culminación de lo religioso como verdad constituida”, y se carga de sentido al tratarse de “una institución pública, laica, que cumple 100 años”.
“Ahora que es posible ver el edificio en todo su esplendor me parece interesante que se puedan hacer esos juegos interpretativos, porque usamos la palabra eclecticismo para describir la Manzana Histórica; pero lo interesante es poder detectar los distintos elementos y a partir de la información que está disponible, ver de dónde vienen, a qué remiten, qué tiene al lado una moldura, un bajorrelieve, cómo dialogan entre sí”.
Patrimonio de los argentinos
La inauguración de la puesta en valor se llevará a cabo este jueves 17 de octubre, a las 10, en la explanada del Rectorado, Bulevar Pellegrini 2750. Será en coincidencia con el centenario de la Universidad Nacional del Litoral, creada por Ley 10.861, también un 17 de octubre pero de 1919, a un año de la Reforma Universitaria.
El encuentro será encabezado por el rector Enrique Mammarella, y contará con la presencia de autoridades universitarias, provinciales y del Municipio, junto a las trabajadoras y trabajadores que participaron de la puesta en valor y representantes de la Firma Coemyc, que llevó adelante las obras.
También estarán presentes los arquitectos Federico Aja Espil y Rodrigo Aja Espil, nieto y bisnieto respectivamente de Manuel Torres Armengol, quien proyectó y dirigió la construcción de la Manzana Histórica en la década de 1920.