Victoria Montenegro, nieta restituida, y Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, relataron sus experiencias y los caminos que debieron transitar tras la última dictadura cívico militar. 

Victoria Montenegro en nieta recuperada y llegó a nuestra ciudad para participar del ciclo Mujeres que enseñan a luchar, organizado por Sadop, en el marco de las actividades por el Día Internacional de la Mujer que se conmemoró el pasado 8 de marzo. En su paso por ATP, “todos los derechos que conquistamos las mujeres, que conquistamos como sociedad, que hacen posible que año tras año sean más las mujeres, sobre todo jóvenes, que se suman a la lucha por la ampliación de derechos. Y hay un faro que son las Madres y las Abuelas”, destacó en alusión al trágico momento de nuestra historia que implicó la dictadura cívico militar iniciada el 24 de marzo de 1976.

“Desgraciadamente no tengo nietos. En estos últimos años he sido presidenta de familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas. Es el primer organismo de derechos humanos que nos formamos en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y después tuvimos nuestra casa desde el año 83”, evocó a su turno Lita Boitano quien también participó de la charla este miércoles. Su hijo fue detenido en 1976 cuando tenía 20 años y era estudiante de Arquitectura y era militante de la Juventud Universitaria Peronista, mientras que su hija tenía 24 años cuando fue desaparecida en 1977. “Yo ya era viuda, así que crecí con mis hijos hasta que me los llevaron. Mi lucha fue con otras compañeras y familiares. Cuando fui a hacer la denuncia, pensando que iba a tener noticias de mis hijos, empezó la lucha”, relató a poco de cumplir 43 años el organismo que integra. “Todavía en el ’79 los buscábamos vivos”, remarcó al dar cuenta del derrotero emprendido durante los horrorosos años que dieron lugar a la lucha.

Ante la consulta sobre las sensaciones y las certezas acerca de las desapariciones de sus hijos, Boitano comentó que aquella palabra “no existía”, “no estaba en nuestro léxico”. “Era la búsqueda, creer que cada cosa que hacíamos nos iba a ayudar. En el ’79 fuimos a Pueblo, México (en ocasión de la visita de Juan Pablo II), para denunciar que no sabíamos nada. Éramos cinco madres”, narró al repasar esa constante lucha que tuvo no de sus momentos más relevantes durante el kirchnerismo cuando se llevaron a cabo los juicios.

Por su parte, Victoria expuso que antes de conocer su verdadera identidad respondía al nombre de María Sol. “Me crié con oficiales del Ejército. La mayor parte de mi vida tuve una formación muy distinta. Odiaba a las Madres, a las Abuelas, pensaba que mentían, que el tema de los desaparecidos era netamente político. Pero fue la lucha de ellas la que me permitió que, en principio, comenzara una causa judicial. A partir de esa causa se confirmó que soy Victoria y empezamos a transitar un camino diferente”, repasó Montenegro e indicó que la reconstrucción de su identidad la encontró ya con 25 años, casada y con hijos.

La primera vez que se enfrentó a la Justicia, tenía 15 años pero ella pensaba que se trataba de una persecución política contra su padre (no biológico), cuando ya se hablaba del plan sistemático de apropiación de niños y niñas. Entre 1997 y 1998 confirmó que no mantenía vínculos biológicos con el matrimonio que la había criado y ya en 2000 supo que sus padres habían sido desparecidos en la provincia de Salta. Así también supo que su apropiador –por propia confesión– había sido el jefe del operativo que desencadenó la desaparición y el asesinato de sus padres.

Luego vino un proceso largo hasta que Victoria llegó a la sede de Abuelas y pudo acercarse a su familia, con la que mantiene un vínculo “maravilloso”. “Encontré montones de tíos, batallón de primos y de sobrinos. De a poquito fueron contándome cómo eran mis papás. Eran muy chicos cuando se conocieron y desaparecieron. Mi mamá tenía 18 años y mi papá 20”, contó Victoria, mientras remarcó que su primera lucha “fue desterrar todo el odio con el que me habían criado y empezar a construirme desde otro lugar diferente. Y después tener un compromiso muy fuerte con las Abuelas de Plaza de Mayo y con los organismos de derechos humanos en la búsqueda de hombres y mujeres que nos faltan”, subrayó e hizo hincapié en el “compromiso político para poder transformar la realidad”.

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