«El trabajo doméstico es el motor invisible que sostiene la sociedad», destacó Rita Colli, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa (SACRA) en Santa Fe, durante una entrevista en el marco del Día de la Democracia. Con más de cuatro décadas de trayectoria, el SACRA ha atravesado innumerables crisis y transformaciones sociales, luchando por visibilizar el rol fundamental de las mujeres que dedican su vida a las tareas de cuidado.
La lucha por los derechos invisibles
Desde su fundación, el Sindicato de Amas de Casa se ha centrado en reivindicar el trabajo no remunerado que miles de mujeres realizan en sus hogares. Colli recordó los inicios del sindicato, inspirados en los escritos de Eva Perón y la necesidad de reconocer el valor económico y social de las tareas domésticas. «Hoy se habla de tareas de cuidado, pero hace 40 años nadie las nombraba. Nos decían que era absurdo pensar en un sindicato de amas de casa», relató.
La resistencia inicial no fue menor: «Nos enfrentábamos a preguntas como ‘quién va a pagar’ o ‘no deberían quedarse cristalizadas en ese rol’. Pero el tiempo demostró que nuestras demandas eran justas», afirmó. En 2007, un decreto del gobierno de Néstor Kirchner marcó un antes y un después, permitiendo la jubilación de millones de mujeres mediante una moratoria.
La economía del cuidado: más que la industria y el comercio
El trabajo doméstico representa el 21,6% del Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina, según un informe del INDEC de 2020. «Es más de tres veces lo que se invierte en educación. Sin embargo, sigue siendo ignorado y no remunerado», destacó Colli. Durante la pandemia, la carga de las tareas de cuidado se intensificó, dejando en evidencia su importancia para la organización social.
Colli enfatizó la necesidad de políticas públicas que reconozcan este esfuerzo: «Bregamos por un salario para las amas de casa que no perciben otro ingreso. Es un paso esencial para garantizar su autonomía económica y mejorar su calidad de vida».
Una democracia amenazada
En el contexto actual, Colli expresó su preocupación por el retroceso en derechos adquiridos: «Estamos viendo un ataque a las moratorias previsionales y una disminución de las políticas públicas con perspectiva de género. Esto afecta directamente a la autonomía de las mujeres y limita su capacidad de decidir sobre sus vidas».
También alertó sobre la persecución a las diversidades y el debilitamiento de la representación política: «Hay diputados que no respetan la voluntad popular y se persigue a quienes protestan. Estas prácticas erosionan los fundamentos de nuestra democracia».
El compromiso de un trabajo colectivo
«Detrás de la pared de mi cocina hay otra mujer haciendo lo mismo que yo, y también debe ser reconocida», afirmó Colli, destacando la importancia de visibilizar el trabajo doméstico como un sujeto político.
Finalmente, llamó a reflexionar sobre el valor de la democracia y a renovarse en la lucha diaria: «Solo fortaleciendo los derechos y construyendo una sociedad más equitativa podremos superar las desigualdades y avanzar hacia un futuro mejor».
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