Celina Calore, economista de CESO, analiza cómo la desaceleración de la inflación en Argentina ocurre a costa de una profunda crisis de consumo y una caída de los ingresos que afecta a las familias trabajadoras.

La economista Celina Calore, vicepresidenta del Observatorio de la Banca Pública y especialista del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), dialogó sobre la situación económica actual de Argentina, marcando que, aunque la inflación ha mostrado signos de desaceleración en los últimos meses, el costo real de esta baja es alto para la población. «Lo que estamos viendo es una desaceleración en los índices de precios, pero que parte de un salto muy elevado, como el 25% mensual en diciembre, causado por la devaluación que implementó la nueva gestión», comentó.

La economista explicó que este proceso se da en medio de una severa crisis económica y recesión, acompañada por una caída en el consumo masivo. Según Calore, a pesar de la desaceleración inflacionaria, «los consumidores no logran comprar lo mismo que antes», ya que los ingresos de las familias no han aumentado al mismo ritmo que los precios de los bienes y servicios. «La pérdida del poder adquisitivo es clara, y esto impacta en la calidad de vida de las personas, que ahora deben aplicar estrategias creativas para ajustar su presupuesto», subrayó.

Un aspecto clave de la entrevista fue la discusión sobre cómo los aumentos en los servicios básicos, como agua, electricidad y gas, así como en transporte y comunicaciones, están afectando los bolsillos de los argentinos. «Los servicios asociados a la vivienda, el transporte, y las comunicaciones son hoy costos que las familias no pueden recortar fácilmente, lo que hace imposible sobrellevar la crisis sin una afectación directa en la calidad de vida», indicó la entrevistada.

Otro punto crucial que destacó fue la situación de las pymes, especialmente en provincias con un entramado productivo fuerte como Santa Fe. La economista mencionó que los altos costos de energía y logística, junto con la apertura económica que permite la importación de productos, están golpeando a las industrias nacionales, dificultando la recuperación del empleo y el desarrollo de la economía.

Finalmente, respecto al futuro cercano, Calore se mostró escéptica sobre las proyecciones del gobierno para 2025. «Las estimaciones de inflación del 18% para el próximo año son poco creíbles. Es probable que veamos una desaceleración, pero no una mejora en los ingresos, lo que significa que las familias seguirán enfrentando dificultades para recuperar su poder adquisitivo», concluyó.

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