Luego de que el gobierno anuncie con bombos y platillos el descenso de homicidios en la provincia, fuimos a consultar a referentes barriales cuál es la situación que se vive en los barrios hoy en día. En diálogo con ATP, Cristina Marchesan, titular de la vecinal Guadalupe Central, dio un panorama de la realidad y aseguró que «no hay nada que festejar», aunque reconoció que a comparación de años anteriores, las cosas en materia de seguridad, «están mejor».

La dura realidad de la seguridad barrial

Cristina nos explicó de entrada: «En seguridad nunca hay cosas para festejar». Esta frase captura una realidad innegable para quienes trabajan en el tema. A pesar de los avances, la inseguridad no desaparece por completo. Sin embargo, reconoce que, comparado con su inicio en 2018, la situación en Guadalupe Central ha mejorado notablemente.

A nivel territorial, los barrios del norte de la ciudad presentan desafíos más serios, especialmente la conocida «chaqueñada» (denominación que los mismos residentes utilizan), una zona históricamente asociada con el narcotráfico y la delincuencia. Según Cristina, los problemas persisten, pero han disminuido en intensidad gracias a la implementación de programas como el Plan Abre, que ha traído mejoras visibles.

Una de las situaciones más complejas que compartió fue la historia de un joven delincuente, cuyas acciones delictivas preocupaban a toda la comunidad. A pesar de los intentos por reformarlo mediante intervenciones sociales, el individuo volvió a delinquir tras cumplir la mayoría de edad. Finalmente, fue apresado gracias a un arresto civil realizado por los propios vecinos, destacando el papel crucial de la colaboración ciudadana en la seguridad local.

La demora en la respuesta policial sigue siendo un obstáculo en la lucha contra la delincuencia. Cristina mencionó que, aunque el tiempo oficial de respuesta del 911 debería ser de 5 minutos, en la práctica, han tenido que esperar más de 10 minutos en varios casos.

Nuevas estrategias y el rol de las vecinales

Un cambio positivo ha sido la creación de un nuevo sistema de seguridad que divide la ciudad en tres zonas y centraliza las tareas sumariales en comisarías específicas, como la comisaría octava en el caso de Guadalupe Central. Sin embargo, Cristina subrayó que aún existen problemas en la coordinación entre las fuerzas de seguridad, lo que disminuye la eficacia de las operaciones.

Por otro lado, la vecinalista, detalló uno de los problemas más recientes que es la presencia de personas con problemas de consumo problemático en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe. Según Cristina, el sacerdote local trae a los adictos a tratarse en el barrio, lo que ha generado un incremento en los conflictos en la zona. Aunque reconoce la importancia de abordar los consumos problemáticos, enfatiza que esto no debe generar una carga extra para el barrio.

Finalmente, Marchesan compartió su visión sobre lo que aún falta mejorar en la gestión de seguridad: “Creo francamente que vamos por el buen camino, pero hay que estudiar con detalle qué sistema están aplicando. Cuando las vecinales les estamos diciendo lo que sucede, nos tienen que escuchar”.

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