Así lo muestra un estudio realizado por el Dr. Omar Müller, docente e investigador de la FICH-UNL y del CONICET, en el cual se analiza cómo variará el volumen de agua de los ríos del mundo en las próximas décadas, en el contexto de cambio climático.
En el último reporte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (2023), se proyecta una intensificación de los componentes del ciclo hidrológico global en el período 2015-2050, con un aumento promedio de la precipitación (+3%), evapotranspiración (+2%) y escurrimiento (+6%), siendo este último el componente del ciclo hidrológico asociado al caudal de los ríos.
“Un aumento global del 6% en escurrimiento indica una tendencia creciente en la descarga de los ríos hacia los océanos, muy evidente en nuestras simulaciones desde el año 2000. Esto significa que el ciclo hidrológico sufrirá alteraciones y algunos ríos serán más caudalosos”, explicó Omar Müller, docente e investigador del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL, y del CONICET.
Para esta investigación se realizaron 18 simulaciones hidrológicas globales de alta resolución para el período 1950-2050, utilizando el modelo TRIPpy desarrollado por Müller, y se validaron comparando los caudales simulados con los observados en el período 1950-2014 en 346 cuencas distribuidas en todos los continentes. “Los resultados de esta validación fueron muy buenos, principalmente sobre las 20 cuencas más importantes del mundo: Amazonas, Congo, Nilo, Paraná, Mississippi, entre otras”, destacó el investigador.
El calentamiento global y el ciclo hidrológico
Nuestro planeta está cubierto en un 70% por océanos y en un 30% por continentes. El calentamiento de los océanos a partir de la radiación solar da lugar a la evaporación, generando su pase a la atmósfera como vapor de agua. Parte de este vapor de agua se condensa, formando nubes y precipitando en parte sobre los océanos, pero otro volumen importante de vapor se transporta hacia los continentes, donde también precipita como lluvia o nieve, alimentando ríos, lagos y recargando los acuíferos. En la continuidad del ciclo hidrológico, el agua finalmente regresa a los océanos a través de la descarga desde ríos y acuíferos.
“En un escenario de calentamiento global, el aumento de la temperatura de los océanos facilita la evaporación, es decir, aumenta la cantidad de agua que pasa a la atmósfera. Esto implica una atmósfera con mayor humedad y mayor facilidad para la generación de nubes. Como resultado, se producen lluvias más intensas y frecuentes sobre los continentes, principalmente en zonas tropicales, lo que incrementa los caudales de los ríos”, explicó Müller.
Además, el aumento global de la temperatura acelera el derretimiento de glaciares y nieve en las montañas, lo que contribuye también a incrementar aún más los caudales de los ríos. “De manera similar ocurre con el permafrost, que son suelos que permanecen congelados durante años (por ejemplo en Rusia), pero con el calentamiento global probablemente comiencen a derretirse en los meses de verano. Esta combinación de factores provoca un mayor flujo de agua desde los continentes hacia los océanos, alterando el equilibrio del ciclo hidrológico y afectando ecosistemas, infraestructuras y comunidades humanas”, amplió el investigador.
Matices regionales del calentamiento global
Si bien las proyecciones hidrológicas indican un aumento de los caudales a escala global, esta tendencia no es igual para todos los ríos del mundo.
Según Müller, una de las regiones más afectadas será África Central, para la cual se proyecta un aumento significativo en los caudales de los ríos (de entre un 10 a un 50% mas dependiendo el río). “En las próximas décadas, los caudales mensuales de los ríos de África serán más altos que lo normal, especialmente durante los meses de primavera-verano, cuando el caudal de estos ríos registra sus niveles más altos; estos picos podrían incluso duplicarse en el futuro y producir inundaciones severas con consecuencias catastróficas, dada la vulnerabilidad de la región”, explicó.
Otra zona que también se destaca por sus cambios hidrológicos significativos es la región norte del hemisferio norte, donde las simulaciones proyectan una descarga adicional promedio de agua dulce de aproximadamente el 12% hacia el océano Ártico. Específicamente, los caudales de los ríos Yukon y Mackenzie, ríos de Groenlandia y los más grandes de Rusia indican un aumento discernible después de 2000, cambiando a condiciones poco conocidas. “Esta descarga adicional de agua dulce sobre el océano puede influir en una amplia gama de sistemas físicos, químicos y biológicos. Por ejemplo, una disminución de la salinización del océano Ártico, lo que a su vez afecta la estratificación del océano, la formación o fusión del hielo marino y potencialmente la circulación global del océano”, advirtió el investigador.
En el sudeste de Asia, las simulaciones también proyectan aumentos de caudales para los principales ríos como el Indus y el Ganges-Brahmaputra, lo cual puede aumentar la frecuencia de inundaciones, sumado al clima monzónico predominante, donde aproximadamente el 80% de las precipitaciones anuales se concentra en los meses de verano, lo que resulta en un ciclo anual de flujo de ríos caracterizado por picos prominentes.
En Argentina
Aunque la mayoría de las regiones del mundo presentan tendencias de aumento en los caudales de sus ríos, la Patagonia argentina es una excepción. “Los ríos patagónicos proyectan caudales con una disminución de aproximadamente el 15%, lo cual podría afectar la generación de electricidad, la agricultura y la disponibilidad de agua para consumo, como ya se evidenció para las cuencas de Limay, Neuquén y Negro en 2022”, señaló el investigador.
Para la región del Litoral, los resultados de las simulaciones realizadas con el modelo TRIPpy indican que los ríos tendrán un leve aumento en sus caudales medios. “El río Uruguay proyecta el mayor incremento, con más de un 15%, debido al crecimiento de lluvias en los estados de Santa Catarina y Rio Grande do Sul. El río Paraná no presentaría grandes cambios, ya que las subcuencas de mayor aporte (Alto Paraná y Paraguay) mantendría sus caudales medios habituales. Sin embargo, en su tramo inferior, habría un leve aumento debido al incremento de los caudales de los ríos Salado y Bermejo. Aunque estos cambios son en general relativamente leves, contribuyen a una mayor probabilidad de crecientes más frecuentes”, detalló Müller.
La gestión del agua en el contexto del calentamiento global
Según Müller, los hallazgos de su investigación subrayan la necesidad apremiante de un cambio de paradigma para el abordaje prioritario de las problemáticas relacionadas con los recursos hídricos. Los eventos hidrológicos extremos –cada vez más frecuentes– requieren que la gestión del agua considere indefectiblemente el escenario del calentamiento global y sus aspectos diferenciales que puedan darse en las distintas regiones del planeta.
Así como se observa con preocupación la situación de escasez de agua que enfrenta gran parte del país, “conocer cómo cambiarán los caudales en las próximas décadas es clave para la toma de decisiones. Es preocupante que varios ríos principales del mundo estén proyectando un sobrepaso inminente de los límites de su variabilidad natural histórica”, concluyó el investigador.
Este estudio fue publicado en la revista HESS (https://hess.copernicus.org/articles/28/2179/2024/), en colaboración con investigadores de la Universidad de Reading (Reino Unido) Patrick C. McGuire, Pier Luigi Vidale y Ed Hawkins.