Además del problema presupuestario, el rector de la UNL remarcó que el sistema universitario cursa un serio problema ante la falta de una política estatal activa.
Ante la lógica libertaria del “no Estado”, las autoridades de las universidades nacionales no sólo alzaron la voz, sino que también encontraron eco en un grueso sector de la sociedad. Y eso se debe a la conciencia colectiva sobre que “la movilidad social está basada en la educación pública”. Así lo definió Enrique Mammarella, rector de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en su paso por ATP.
Si bien la retracción presupuestaria que sufren las casas de altos estudios, ante el ajuste aplicado por el gobierno de Javier Milei, supone en sí mismo un enorme agravante, el meollo de la cuestión radica en la idea de “anti Estado”. Pero además, el ataque a la Coneau supone un fuerte ataque a la educación superior. “En nuestro país no tenemos universidad de garaje, ni quioscos que venden títulos. Tenemos sistema universitario. Las universidades pueden ser públicas o privadas, pero son universidades. Eso tiene que ver con la acreditación de las carreras y la revisión de los planes de estudio”, entre otras cuestiones que “aseguran calidad”.
En un mismo plano, Mammarella no consideró que se llegue a la eliminación del Conicet, aunque marcó reparos ante “la inmovilidad”. Es decir, “cuando se larga una camada de investigadores o una línea de investigación, se necesitan años para tener resultados”. Entonces, “la discontinuidad trae un problema”, advirtió el rector de la UNL. Dicho de otra forma, uno de los mayores riesgos que se corren, sin una política universitaria activa, es que “dentro de 10 años no haya más médicos o abogados, o arquitectos, o ingenieros y que todo lo resuelva el mercado”, adujo.