Especialistas aseguraron que conocer de antemano en qué consiste cada procedimiento y poder elegir entre las opciones disponibles sería «de suma utilidad».
Un protocolo de atención ginecológica básica que permita conocer de antemano en qué consiste cada procedimiento, elegir entre las opciones disponibles así como recibir un trato respetuoso sería «de suma utilidad» para prevenir situaciones de abuso sexual por parte de los profesionales médicos, aseguraron especialistas consultadas por Télam.
«Las denuncias muestran que los abusos y los acosos en el contexto de la consulta ginecológica existen y en realidad siempre existieron. Sólo que ahora las mujeres están hablando y es el sistema el que se tiene que poner a la altura para resolverlo», dijo a Télam la ginecóloga, escritora e influencer Melisa Pereyra.
«Es increíble que estas cosas sigan sucediendo en el siglo XXI y tiene que ver con el grado de impunidad que tienen (los abusadores) dentro del consultorio, del colegio médico y del sistema judicial que no da respuesta. Son muchos actores que ‘no ven’ o miran para otro lado», dijo a su turno la psicóloga especializada en violencia sexual Silvina Cohen Imach.
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El ginecólogo Diego Javier Clementi siguió atendiendo esta semana en su clínica privada de la localidad bonaerense de Burzaco a pesar de que está procesado por cinco hechos de abuso sexual a pacientes durante las consultas, e investigado por otras dos casos más (el viernes el centro médico permanecía cerrado aunque estaba en la franja horaria de atención).
Por otro lado, al menos 10 médicos ginecólogos fueron denunciados o condenados en los últimos cinco años por estos delitos; siendo paradigmático el caso del médico sanjuanino Carlos Martínez quien fue condenado en 2019 a 21 años de cárcel por haber abusado de 17 pacientes.
En la actualidad, si bien existen guías de parto respetado para prevenir la violencia obstétrica así como lineamientos para la atención integral de la salud en caso de violencia de género, no hay protocolos para la atención ginecológica de pacientes que no sean parturientas o estén en proceso de gestación. No obstante, algunos colectivos y organizaciones impulsan recomendaciones básicas.
«Tenemos derecho a no sufrir descalificaciones, humillaciones ni diversas expresiones de violencia en ningún consultorio médico», puede leerse en la cuenta de Instagram @hastacadoc de víctimas de abusos sexuales en la consulta con el doctor Clementi.
«No está bien: que te pidan que te desnudes si esto no tiene que ver con el motivo de tu consulta, si quieren realizarte tactos o tocamientos inapropiados dado el motivo de tu consulta, que te hagan sentir vulnerada tu intimidad, que te realicen procedimientos que te causen intencionalmente dolor», se lee también en los flyers. «Tu ginecólogo no debe juzgar tus prácticas sexuales, amenazarte o extorsionarte», agregan.
Por su parte, Ipas Latinoamérica, una organización que trabaja por la autonomía reproductiva de las mujeres, también produjo una serie de recomendaciones que publicó en sus redes sociales.
Para esta ONG, son «red flags» o motivo de alerta en una cita ginecológica que el profesional «insista en hacerte un examen pélvico siendo menor de edad sin justificarlo», «no use guantes», «no te explique lo que hará o no te consulta antes de realizar un procedimiento» o «haga comentarios sexuales provocativos, lo mismo que si juzga tus prácticas sexuales».
«Cualquier ámbito puede volverse de riesgo para el abuso sexual y si hay uno de mayor peligrosidad, quizás sea el hogar, el espacio de lo doméstico si tenemos en cuenta las cifras», dijo Cohen Imach, quien es docente universitaria, integrante de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infantil (Asapmi) y autora del libro Abusos sexuales y traumas en la infancia.
Si bien la consulta médica suele implicar desnudez y exploración corporal, ésta «no debiera suponer ningún riesgo porque el ginecólogo sigue una práctica médica» y, en todo caso, «es importante poder diferenciarla de un abuso», de allí «la importancia de un protocolo pero también de la ESI (Educación Sexual Integral)».
Para Pereyra, el hecho de que algunas mujeres que sufrieron abusos en la consulta ginecológica estén pudiendo denunciar estos hechos es síntoma de nuevos tiempos donde, por un lado ellas tienen a mano información que les permite identificar estas situaciones pero además la sociedad «le está dando valor a los relatos de las pacientes».
«Uno está en condiciones de preguntarse ‘esta situación que me incomoda ¿está bien?’ Porque una cosa es el miedo que muchas sienten de ir al ginecólogo porque es una especialidad bastante invasiva; y otra cosa es cuando algo incomoda porque no anda bien (en el profesional) desde una actitud de destrato o maltrato verbal, hasta el contacto físico que no forma parte de un examen ginecológico», precisó.
Sin embargo, ambas especialistas consideraron que un protocolo de atención ginecológica sería «de suma utilidad» para avanzar en este sentido.
«Creo que tenemos que trabajar fuertemente en un protocolo, en el consentimiento informado, en conseguir que el médico primero le pregunte a la paciente si está de acuerdo con determinada práctica. Tenemos que saber que son prácticas intrusivas, que generan cierto pudor, pero si uno sabe cómo será, se transitan de otra manera», dijo Cohen Imach.
En ese sentido, explicó que el abuso sexual o el acoso en la consulta puede incidir negativamente en el cuidado de la propia salud «porque el miedo a que se repita ese comportamiento puede hacer desistir de ir de nuevo al médico», además de hacer «perder la credibilidad» en el sistema, «en sí misma y en el otro».
Pereyra relató que en varias oportunidades le tocó escuchar de boca de sus pacientes el relato de situaciones que no se condicen con las buenas prácticas de la profesión.
«He conocido de estos casos por mis pacientes, cuando me preguntan si es un procedimiento habitual tocar el clítoris durante la exploración vaginal porque veían que yo no lo hacía y la verdad es que eso no es necesario para casi ninguna práctica, a menos que haya alguna lesión en el área o la paciente refiera algún dolor o lesión», explicó.
Además puntualizó que el protocolo debería prever que las pacientes puedan contar «con un momento de privacidad para desnudarse», con una bata descartable para cubrirse, con la seguridad que el profesional no explorará sus genitales sin guantes y que en cualquier momento de la consulta «pueden decir ‘esto yo no quiero’ y retirarse».
Por otro lado, indicó que en algunos casos es posible hacer la palpación de mamas con la bata puesta o reemplazar el tacto vaginal por estudios de imágenes, «siempre bajo consentimiento informado» de la paciente «que es la principal herramienta para generar seguridad en lo que estamos haciendo» pero también un «ambiente confiable y cálido» porque «el control ginecológico es una situación de vulnerabilidad». «Siempre digo: ‘nadie va a denunciar a alguien porque tiene un tiempo libre’. Y seguramente no haga la denuncia inmediatamente porque al principio no lo podés creer y hasta re preguntas si no te lo imaginaste. Y a los hombres que se quejan de que a las mujeres ‘no se les puede decir nada’ les digo: si tenés dudas de hacer algo por miedo a que te denuncien, replanteate cuál es tu manera de ejercer o de vivir».