El dato surge de un informe sobre la alimentación en ese sector de la población, difundido por Unicef. Los ultraprocesados representan el 35% de su aporte calórico diario.
Los niños, niñas y adolescentes (NNyA) consumen sólo una quinta parte de la cantidad recomendada de frutas y verduras, mientras que los desaconsejados ultraprocesados representan el 35% de su aporte calórico diario, según el informe «Situación alimentaria de NNyA de Argentina» difundido este martes por Unicef y Fundación Interamericana del Corazón-Argentina (FIC Argentina).
El estudio también demuestra que los chicos y chicas de nivel socioeconómico más bajo tiene 58% más de probabilidades de malnutrición por exceso, que es causa de sobrepeso, obesidad o de enfermedades no trasmisibles relacionadas con la dieta, como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
«Argentina está caracterizada por una situación de doble carga de malnutrición: mientras persiste una malnutrición por déficit, también existe una malnutrición por exceso», dijo Luciana Castronuovo, coordinadora del área de investigación de FIC Argentina.
La principal causa es «un patrón de consumo inadecuado caracterizado por un alto consumo de ultraprocesados», favorecido por las características del sistema alimentario y «un entorno no saludable».
Los alimentos ultraprocesados son formulaciones industriales principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos como conservantes, texturizantes, saborizantes o aromatizantes
Estos productos tienen un elevado contenido en azúcares, grasas y sodio, combinado con un bajo contenido en proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas.
Un informe de la OPS reveló que el aumento de las ventas de ultraprocesados está asociado con el incremento del peso corporal, lo que permite identificar estos productos son un importante impulsor de las crecientes tasas de sobrepeso y obesidad.
En ese sentido, la especialista recordó que la última Encuesta Nacional sobre Nutrición y Salud (ENNYS) de 2018 «muestran que tenemos una obesidad del 20.4% entre los niños, niñas y adolescentes (NNyA) de 5 a 17 años» mientras que «el último reporte regional de seguridad alimentaria muestra que la Argentina está entre los países que tiene más exceso de peso entre los menores de 5 años».
«Nos preocupa esto porque hay evidencia contundente que señala que la obesidad tiene un impacto negativo sobre la morbilidad y la mortalidad prematura en la edad adulta», agregó.
En particular, la malnutrición por exceso en adolescentes está en aumento en todos los grupos socioeconómicos aunque el aumento en la prevalencia de malnutrición por exceso fue mayor en los adolescentes de hogares de niveles educativos bajo y medio.
El objetivo de la investigación fue caracterizar el patrón de consumo de alimentos y el estado nutricional actual en la población de NNyA en el país, y describir en profundidad las inequidades que existen al momento de consumir diferentes tipos de alimentos.
Para ello se tomaron los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS 2018) y de la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE 2012-2018).
«El 35% de la energía consumida por los NNyA proviene del grupo denominado ‘de consumo opcional’ como los jugos y gaseosas, los panificados envasados ultraprocesados, los embutidos, fiambres y hamburguesas», dijo a su turno Victoria Tiscornia, nutricionista y también investigadora de FIC.
Y esto a pesar de que las Guías Alimentarias de la Población Argentina (GAPA) elaboradas por el Ministerio de Salud «desaconsejan el consumo de este grupo de alimentos por su alto contenido en grasas, sodio y azúcares».
El segundo grupo de alimentos con una mayor contribución calórica promedio para una dieta diaria de 2000 kilocalorías son «cereales y legumbres» con un 22,6%.
A pesar de que este grupo está integrado también por los cereales integrales y las legumbres, su consumo «es casi nulo» en relación a la mayor incidencia de los cereales refinados, fideos, arroz, papa y pan que «aportan energía, pero son carentes de nutrientes.
En tercer lugar, se ubican «carnes y huevos» (13,2%); «leche, yogur y quesos» (12,1%); «aceites, semillas y frutos secos» (8,7%); «bebidas sin alcohol» (5,6%); y por último «frutas y verduras» con un aporte de 3,3%.
Del análisis comparativo entre el patrón de consumo promedio y las recomendaciones de las GAPA surge que se consume solo el 22% de las frutas y verduras recomendadas; un 55% de la leche, yogur y quesos aconsejado; el 56% de los cereales, papa, pan y pasta; y el 64% de los aceites, semillas y frutos secos.
Sólo para el grupo de las carnes y huevos hay una coincidencia casi exacta (99%) entre las proporciones recomendadas y las consumidas.
Sobre los ultraprocesados, Tiscornia explicó que las GAPA recomiendan «reducir el consumo al mínimo posible, ya que no existe una ingesta segura» de este tipo de alimentos, no obstante lo cual «suman más del 50% de la energía que consume la población de NNyA diariamente»
«Los resultados de este estudio muestran la necesidad de que se cumpla correctamente la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, que incluye el etiquetado frontal de alimentos, con énfasis en entornos escolares y regulación de la publicidad de productos no saludables, incluido el marketing digital», explicó el especialista del Área de Salud de Unicef, Javier Quesada.
«También es importante poder avanzar en políticas que impulsen el consumo de frutas y verduras en la población», subrayó.
A su turno, el consultor de enfermedades no transmisibles de OPS/OMS en Argentina, Sebastián Laspiurm destacó que es esperable que la próxima ENNYS muestre un panorama diferente en la medida en que se implemente esta ley que «tienen los estándares más altos en la región de las Américas y todo el mundo en relación a la regulación alimentaria.
«Si vemos que la brecha son tantas, no se cambian solo con educación alimentaria en las escuelas sino que hay que cambiar las reglas del sistema alimentario y eso es lo que ha hecho la ley de promoción de la alimentación saludable, lo que habla de una respuesta institucional robusta», dijo.
Por su parte, la secretaria de Acceso a la Salud de la cartera sanitaria nacional, Sandra Tirado, destacó que el gobierno adoptó «la decisión de trabajar e invertir en nutrición» que se evidencia no sólo en esta ley, sino en la formulación de nuevas GAPA, la promoción de entornos saludables y el trabajo en el Cofesa, entre otras líneas de acción.