En los últimos cinco años, la cantidad de usuarios que se financian con plásticos cayó un 17%. El tope de las tasas obliga a muchas entidades a no renovarlas, en especial a quienes tienen bajos ingresos.

La cantidad de personas que utilizan tarjetas de crédito cayó un 17% en los últimos cinco años y pasó de 21.720.000 usuarios únicos en 2018 a 18.027.000 en nuestro país. Esa reducción dejó sin esa forma de financiamiento a 3.700.000 argentinos y los más perjudicados en esta retracción son los sectores medios y de bajos ingresos, según consignó Infobae.

La tarjeta de crédito –que sirve para pagar y para financiar– perdió un terreno en un segmento cuantioso de la población, según un informe de la Cámara de Tarjetas de Crédito y Compra (Atacyc) al que accedió Infobae. El estudio establece que del total de los usuarios salidos del sistema, un 96% pertenecen a los segmentos más vulnerables de la sociedad que, de este modo, deben acceder a otras opciones para financiar sus compras.

El relevamiento detalla cuáles fueron los usuarios que dejaron de usar el dinero plástico en relación con su condición socioeconómica. En los niveles altos (ABC1) y medio altos (C2) no hubo impacto: tienen casi la misma cantidad de usuarios que hace cinco años. En los segmentos medio-bajo y bajo, la caída en la cantidad de usuarios es palpable. De los 3,7 millones de usuarios perdidos, 3,6 millones se ubican en esos grupos.

A la hora de buscar las motivaciones de este fenómeno, desde el sistema financiero se indicó que se encuentran en los topes a las tasas de interés. La existencia de tasas máximas, combinada con una inflación alta y creciente, obliga a muchos bancos a retirarle la tarjeta a los clientes de mayor riesgo, que podrían calificar solamente si estuviese permitido que las tasas fuesen más altas.

En concreto, hay entidades que prefieren no renovarle la tarjeta de crédito a los usuarios de ingresos medios y bajos. Esa decisión se hace presente en especial en el caso de los pequeños bancos dedicados al financiamiento al consumo y de las entidades no financieras habilitadas para emitir tarjetas de crédito, tales como las financieras ligadas a supermercados o cadenas comerciales, explican en el sistema. Esos emisores de tarjetas con menos espalda que los grandes bancos son los que suelen dedicarse a los clientes de los estratos sociales más bajos que, a la vez, son los que tienen mayor riesgo por tener ingresos bajos o irregulares.

La tasa que los bancos cobran a aquellos usuarios que abonan el pago mínimo del resumen, conocida como “tasa de revolving”, es actualmente del 77% anual nominal, lo que lleva a una tasa efectiva cercana al 140%. Esa tasa rige para financiar resúmenes de hasta 200 mil pesos.

Quienes pagan el mínimo y deben financiar más de 200 mil pesos, rige una tasa máxima: los bancos no pueden cobrar más de un 25% por encima de la tasa que cobran por préstamos personales. Para aquellas entidades no bancarias que emiten tarjetas pero no otorgan préstamos personales, el límite es un 25% por encima de la tasa promedio del sistema para esos créditos.

FuenteRDP / Infobae
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