Lo indicó Jorge Castro Rubel, el nieto 116 recuperado, al narrar de qué manera se acercó a sus orígenes y cómo pudo conocer su identidad.

Este jueves se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, al cumplirse 46 años del inicio de la última dictadura cívico militar que finalizó en 1983. Unos 30 mil desaparecidos, tantas otras personas torturadas, una política económica que dejó mayores índices de pobreza y endeudamiento, persecuciones y niños y niñas apropiados fueron solo algunas de las acciones llevadas a cabo por el gobierno de facto de forma sistemática. Ya por aquellos años y más aun  con la recuperación de la vida democrática, las Abuelas de Plaza de Mayo movilizaron la búsqueda de sus nietos y nietas.

Y en ese marco Jorge Castro Rubel es el nieto recuperado número 116. Hijo de Hugo Castro y Ana Rubel, nació en 1977 en la ESMA. Hacia fines de 2014, pudo recuperar su identidad. Hoy, en comunicación con ATP, sostuvo que el de mañana “es un aniversario más que es bueno aprovecharlo para reforzar la memoria sobre lo que pasó”. “Es un día que nos podemos tomar enteramente para contar la historia y contarnos entre todos qué pasó durante esos años. Y trabajar sobre las asignaturas pendientes como es el reclamo por la verdad y la justicia. Todavía quedan varios capítulos por resolver en ese sentido”, reflexionó.

Acerca de cómo llegó a conocer su identidad, Jorge comentó que cuando tenía 37 años en el contexto de una “confesión, una ruptura de cierto pacto de silencio familiar con el que yo había crecido, de parte de una tía de la familia de crianza. Ella me contó que yo no era hijo biológico de quienes creía. Con la necesidad de conocer mis orígenes, me acerqué a Abuelas de Plaza de Mayo y pude conocer quiénes habían sido mis padres biológicos y quiénes eran esa familia que todavía me estaba buscando”, narró. Al respecto, consignó: “Uno no conoce hasta ese momento un capítulo muy importante de la vida, cuándo nació, dónde nació y de quiénes es hijo. Es un impacto muy grande que hay que asimilar. Pero uno no deja de ser quien era para pasar a ser otra persona”.

En torno a la apropiación de niños y niñas durante la dictadura y su historia personal en ese sentido, Jorge sostuvo que hasta conocer la verdad “tenía la idea de que habían sido apropiados aquellos bebés por familias de militares o vinculadas con fuerzas de seguridad”. Sin embargo, “no fue mi caso y eso no me hacía dudar”. “Muchos fuimos apropiados por personas civiles, sin vinculación directa con las fuerzas de seguridad”, remarcó. A su vez, Jorge logró reconstruir la historia que unió a su madre y su padre biológicos. “Se conocieron en Buenos Aires, en el marco de la militancia política que estaban desarrollando. Pude conocer a ambas familias. Estuve y estoy en contacto con tíos y primos”, señaló. En tanto, tuvo una relación, al principio, muy conflictiva con la familia que lo crió. “Después viendo qué cosas ha tenido y tiene de positivo ese vínculo porque sigo en contactos con ellos. Nunca sentí la necesidad personal de romper el vínculo con ellos, si bien se resignificó”, aclaró.    

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