Se sumaron seis mujeres al sector de barrido y una al área de supervisión. La iniciativa se enmarca en las políticas de género que lleva adelante la empresa, con el acompañamiento de la Municipalidad.
Históricamente, los trabajadores de las empresas de residuos que salen a la calle son varones. La incorporación de seis trabajadoras al servicio de barrido y una supervisora de la empresa Cliba –que se suman a otra supervisora y una barrendera que ya venían ejerciendo tareas–, son parte de las políticas de género de la firma, y que la Municipalidad viene promocionando desde el Estado.
“La experiencia surge a raíz de una iniciativa de la empresa”, indicó María Soledad Artigas, directora ejecutiva de Mujeres y Disidencias del Municipio, durante una rueda de prensa que se realizó en la Costanera santafesina. “Desde el municipio celebramos que también los privados, trabajen para promover los derechos de las mujeres”, indicó la funcionaria y añadió: “Que las fuentes laborales, en general, recaen en el trabajo estatal, y el Estado tiene un papel fundamental, pero también todos los privados, los y las emprendedoras, los y las comerciantes, tienen mucho que hacer en estos términos de incorporar mujeres, personas de las diversidades sexuales y personas trans”.
En esa línea, Artigas argumentó: “Me parece que la sociedad va hacia ese camino y el ejemplo de las compañeras que se incorporan a Cliba, tiene que ver con eso. Con demostrar que unas profesiones u oficios que históricamente estaban pensados para los varones, también podemos hacerlos las mujeres”.
Las trabajadoras
Macarena Cabrera se desempeña en la supervisión de recolección, un área donde la gran mayoría de los compañeros son varones. Ingresó hace tres meses “así que todavía estoy adecuándome”. Con respecto al desafío laboral que representa esta instancia, la supervisora señala: “Es un desafío día a día, pero la verdad es que se va llevando bastante bien, me siento cómoda, estoy acostumbrada a trabajar con hombres, hasta el momento los compañeros lo aceptan bastante bien, aunque ya había una supervisora mujer, así que era sumarme nada más”.
“El aprendizaje es mutuo, ellos también se tienen que acostumbrar a muchas cosas y a controlar ciertas cosas”, subraya Macarena.
Por otra parte, Julieta Almada es una de las mujeres que se incorporó, el 4 de octubre, al sector de barrido. “Yo estoy muy contenta, los chicos nos recibieron muy bien, los vecinos, excelente. Es todo un desafío llevar adelante este trabajo, porque siempre fue de hombres y la sociedad todavía no está muy acostumbrada, pero vamos encaminadas a la libertad, la igualdad de géneros que está muy bueno”.
Con respecto al trato de las personas en la calle, Julieta indica que “nos tocan bocina, nos gritan ¡Vamos las mujeres!, ¡hacía falta el cupo femenino!”. En referencia a los hechos de inseguridad que se puede encontrar en la calle durante la jornada laboral, Julieta indica que “es para todos igual, es lo mismo. Pero bueno, los chicos nos ayudan un montón y nos aconsejan que tengamos cuidado en algunos lugares, pero da igual. Es lo mismo”.