El único antecedente fue en 1944, sin embargo la sequía en la cuenca del río empezó en 2019 y ahora «deberíamos acostumbrarnos a que los extremos sean lo común», informaron desde el Instituto Nacional del Agua.

El río Paraná inferior puede alcanzar su nivel más bajo hacia mediados de esta primavera y las potenciales lluvias traerían solo un alivio pasajero, consideró el ingeniero Juan Borús, subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), quien agregó que siguen «día a día la evolución de la bajante de las aguas y se van ajustando los escenarios posibles».

Borús explicó que la sequía en la cuenca del río Paraná empezó en 2019, y que se fue extendiendo gradualmente a todo el resto de la Cuenca del Plata. «La consecuencia lógica –dijo el ingeniero– era la bajante del río Paraná que empezó a manifestarse en marzo del año pasado. Desde entonces la estamos siguiendo día a día».

Al respecto, el ingeniero del INA indicó que «vamos ajustando los escenarios posibles de evolución de acuerdo con los pronósticos», que según indicó «siempre con un horizonte corte de unos 14 días».

Borús señaló que se remontaron en la historia en busca de otras bajantes récords del río y se encontraron con una similar recién en 1944, que «mostró un escenario similar al actual» y están ahora usando como referencia.

«Comparamos los niveles de agua registrados en Paraná, Rosario y Santa Fe, y los caudales aportados por los ríos Paraguay, Iguazú y la Alta Cuenca del Paraná en Brasil y empezamos a ver que la única similitud era la del 1944».

Las represas

Consultado sobre la injerencia que podrían tener las presas de embalse que están en la Alta Cuenca del Paraná, Borús afirmó que «no son causa de la bajante ya que su función no es la contener agua, sino que para general energía tienen que hacerla pasar».

De igual modo, el ingeniero indicó que las presas ayudaron a atenuar los extremos en tres ocasiones el año pasado, haciendo descargas de agua que aliviaron la situación del río.

«Este año lo hicieron una sola vez, en mayo, y no pudieron volver a hacerlo porque las reservas de agua en los embalses son mucho menores que las del año pasado».

Pronóstico

Borús, que estimó que los «niveles más bajos del Paraná inferior se alcanzarían hacia mediados de la primavera», aseguró que la probabilidad de lluvias en los próximos días «puede tener un efecto favorable de corto plazo, pasajero».

«Para que el cambio sea sensible y salgamos de estas tremendas bajas, tiene que haber un cambio en el patrón espacio-temporal de la lluvias, es decir un monto mayor de lluvias», dijo, cosas que no estuvo sucediendo en los últimos meses con «niveles de lluvia por debajo de lo normal».

Luego, advirtió que no sabe «cuándo va a terminar esta situación», pero esta bajante «va a ser motivo de estudios muy específicos desde la meteorología, la hidrología, la fauna íctica, cuestiones ambientales», aseguró.

Sin embargo, no descartó que la situación crítica esté relacionada con «una variabilidad climática cada vez más agravada, con cambios del clima regional muy rápidos, que hace que se acrecienten y lluvias y sequías, y se polaricen».

También agregó que «esta situación se va a prolongar, aún en el caso de que en septiembre, por ejemplo, vuelva todo a la normalidad, nadie nos puede asegurar que de aquí a uno o dos años no volvamos a tener una situación gravísima como esta».

«Acostumbrémonos a que, hacia adelante, los extremos van a ser lo común, lo que vamos a tener que trabajar», agregó Borús.

«La cuestión no es solo la bajante extraordinaria del río Paraná, sino el tiempo ininterrumpido en esta situación, que ya alcanza 730 días», remarcó –por su parte– el investigador del Conicet, Juan José Neiff. Asimismo, agregó que «desde 1901, que se inició el registro hidrométrico en Corrientes, no se presenta una situación similar, tan extendida en el tiempo».

Según el experto la bajante que «los pronósticos de El Niño y La Niña, que son los que influyen, determinan que la situación continuará hasta diciembre».

Consecuencias de la bajante

Neiff anticipó que «La consecuencia más grave es la provisión de agua y pueden generarse problemas en muchas ciudades», dijo Neiff, y destacó la inversión de mil millones de pesos anunciada por el Gobierno nacional.

Los recursos «ayudarán para realizar obras en esta emergencia, como la instalación de bombas y acueductos para generar movimiento», señaló.

Por otra parte, explicó que, si la bajante continúa de esta manera, «puede ocurrir que en el verano tengamos cianobacterias por algas, que son tóxicas».

«Hay un aumento de probabilidades en el desarrollo de estas algas, lo genera que el tratamiento para la potabilización del agua sea más costoso», explicó el investigador del Conicet.

El río Paraná, nacido en Brasil, recorre casi cinco mil kilómetros hasta su desembocadura en el Río de la Plata, con un caudal promedio histórico de unos 16 mil metros cúbicos por segundo.

Es un gigante fluvial noqueado desde hace dos años por una bajante extrema pocas veces vista (tanto por lo prolongada como por lo pronunciada) que secó lagunas y riachos, y dejó al descubierto buena parte de su valle y planicie de inundación.

Según un informe reciente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el Delta medio del río tenía a mediados de 2021 una cobertura de agua de apenas 6%, contra un 40% en tiempos «normales».

Ante esta situación, el Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (Sinagir) pidió «ahorrar agua en el consumo diario» y «almacenar agua de lluvia y utilizarla para regar», como también no realizar quemas de pastizales para evitar la propagación de amplios incendios como los sufridos el año pasado durante esta época.

Por su parte, el viceministro de Medio Ambiente, Sergio Federovisky, se refirió a la histórica bajante del Río Paraná y sostuvo que es «típicamente un problema ambiental, multicausal donde intervienen varias cosas que confluyen para generar lo que técnicamente es un desastre».

Federovisky aclaró que a partir de ese elemento climático se da la aparición de influencias debido a «deforestación en masa, perdida en la capacidad de control en los caudales de los ríos, más la afectación que hace el cambio climático».

Alejandro Godoy, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), explicó que la falta de agua en el río también se debe por «la falta de lluvias en nuestro país y en la porción de la cuenca alta y media del río Paraná y sus afluentes, por ejemplo el río Iguazú y río Paraguay».

«Un factor importante fue que La Niña redujo las chances de lluvias abundantes desde la primavera del 2020 hasta el inicio del otoño 2021. Los ríos no pudieron recargarse lo suficiente antes del comienzo del invierno, el período de menores lluvias del año», agregó.

El SMN detalló que «en el país se está dando una situación de déficit de lluvias similar a la que ocurre en Brasil. Las provincias del Litoral y centro-norte argentino registran precipitaciones por debajo de lo normal desde mediados del 2020, lo que agrava el problema. El déficit no es solo a nivel hidrológico –ríos– sino que el suelo también sufre de escasez de agua», concluyó el SMN en un comunicado emitido este jueves.

FuenteRDP / Télam
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