Desde el sector se pide el acatamiento de las normas sanitarias y también se advierte están al borde del colapso, estresados, cansados e incomprendidos. “Nadie que se contagie de coronavirus la pasa bien”, sostienen.

Este fin de semana se desactivaron 110 fiestas clandestinas en Paraná.

En este marco, las y los trabajadores y agentes de la salud están pidiendo encarecidamente que se cumplan con los protocolos y las medidas de seguridad. Pero no sólo eso, sino que además están perdiendo la vida en el marco y en el medio de esta pandemia y algunos y algunas de ellos están internados por contraer la enfermedad y por el estrés acumulado.

Al caso de Daniel Orellana, que se desempeñaba en el hospital Castilla Mira de Viale, se sumaron Julia González Ávila, que trabajaba en el hospital San Martín y María Liliana Rodríguez de la Clínica Modelo.

La capacidad del aparato de la salud en Paraná y en otras ciudades entrerrianas está al borde del colapso y no hay posibilidad de recambio.

Toda la situación se desarrolla en medio de un reclamo salarial por parte del sector de la enfermería al gobierno provincial.

Ana Bejarano, enfermera de cuidados críticos de Entre Ríos, le dijo al programa Apto para Todo Público que “creo que todos estamos cansados de la cuarentena tan larga y producto de todo eso nosotros también estamos agotados, porque no nos hicimos cargo y no se hicieron cargo de nuestras necesidades previas”.

La profesional agregó que “somos una profesión que durante mucho tiempo fuimos muy mal pagos y para nosotros es una costumbre y una aceptación tener doble empleo, entonces hoy un enfermero puede estar trabajando entre 70 y 88 horas semanales, con el fin de llegar a $70.000 u $80.000, a eso nos acostumbramos, algunos tienen dos y tres empleos”.

Recordó que al principio de la pandemia “pedíamos elementos de protección personal en cantidad y calidad, luego de que conseguimos esto nos dimos cuenta de que nos faltaron otros elementos de protección personal, que son los descansos, no dormimos ni nos alimentamos bien, el no reconocimiento que tenemos, no podemos vivir dignamente, muchos dejaron su segundo empleo por miedo, pero seguro que repercutió en su economía, nos olvidamos del apoyo psicológico, de la contención, son muchos meses en los que cambió nuestro cuidado”.

Bejarano también reflexionó que “quizás los jóvenes todavía no lo puedan entender, pero nadie la pasa bien cuando se contagia de coronavirus, ni jóvenes ni mayores”.

Analizó que “estábamos trabajando con un binomio ‘paciente – familia’, pero de repente nos encontramos con un paciente solo, que a su vez merece la atención de un enfermero descansado, concentrado, reconocido por su profesión, especializado y que lo pueda cuidar bien”.

También razonó que “estamos trabajando y estamos falleciendo trabajando, nos merecemos una ley de salubridad, debemos cambiar cosas de fondo, de lo cual tenemos la responsabilidad de no haberlo detectado antes y aceptarlo”.

Sobre el día a día, Bejarano dijo: “nos contagiamos igual, nada es infalible, ni nos protege el 100%, pero pasa porque se juntan varios factores entre ellos el cansancio, pero lo peor que nos podría pasar es que no tengamos camas para recibir pacientes, hasta ahora las tenemos, nos cuesta un montón, ya no tenemos que mirar a Europa, hay que mirar a Chaco o Río Negro, en algunos lugares eligen a quién internar y a quién no”.

Por último, adujo que «detrás de las vidas de nuestros compañeros y compañeras que se perdieron hay otras vidas porque llevaron el virus a su casa».

 

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