Por María Angélica Sabatier

19 de mayo de 2020

Desagües pluviales activos hasta cuando no llueve… La bajante del Paraná, de sus tributarios y por supuesto del sistema lagunar interior que nos es tan caro, desnuda muchas cosas. De pronto nos deslumbramos ante paisajes nuevos que nos ofrecen imágenes increíbles o recordamos viejas andanzas en medio de antiguas bajantes, y otras no tanto.

Postales maravillosas, aves que solemos no ver con tanta frecuencia, atmósferas nuevas y el mismo extraño hecho de caminar por eso que casi nunca vemos, el lecho de la Setúbal. Todos hechos que hasta emocionan.

Lo cierto es que entre esas cosas que se revelan aparecen –porque siempre han estado allí– los desagües pluviales que la bajante deja ver cómo descargan agua en forma permanente, llueva o no llueva, a lo largo de la costanera santafesina. Las imágenes que acompañan este texto fueron registradas el lunes 18 de mayo de este año; la última –exigua– lluvia cayó el 3 de ese mes.

No es un tema nuevo, es cierto, ni tiene glamour, también es cierto. Pero es serio, muy serio que preocupe más lo que aparece en el lecho de la laguna como neumáticos, repuestos, etc. que dan cuenta que hay mucho desaprensivo dando vuelta, que lo que segundo a segundo fluye por los desagües pluviales que descargan sus colectas aun cuando hace días que no llueve.

Y digo serio por cuestiones varias, la salud, que podría verse comprometida, así como el valor estético del espejo de agua, ese que debe invitar a disfrutar de la laguna, a no tener miedo de meter los pies o pegarse un chapuzón, nadar un rato sin miedo a tragarse un coli fecal…o dos. Sobre todo cuando el caudal baja y la concentración aumenta.

El diario El Litoral, en diciembre el 2011 informaba: “El inali analizó el agua de los balnearios. El Espigón I y Los Sauces están contaminados con materia fecal. En ambos sectores no está permitido el ingreso a la Setúbal. Según el segundo estudio que encargó el municipio, esta vez al Inali, el agua contiene un alto nivel de coliformes fecales”.

Esto informaba el web site del gobierno de la ciudad en 2013: “El Paseo de la Laguna y la zona conocida como Playa Grande estarán habilitados como solarium; es decir que allí no estará permitido ingresar al agua… ya que no alcanzan los requerimientos de carácter bacteriológico para que se proceda a su habilitación como balnearios.”

Más cerca en el tiempo, a fines de 2019, leíamos: “Por la bajante, las playas de la Laguna Setúbal no estarán habilitadas como balneario”. Los análisis que todos los años hacemos para detectar la presencia de microorganismos y la posibilidad de uso recreativo del agua, nos ha dado que no es posible utilizar la zona de la Laguna. Por lo tanto, sus balnearios no van a ser habilitados para el baño; sí, por supuesto, como solariums”. En ese sentido detalló que se trataba de los Espigones I y II, Playa Grande, Costanera Este, Paseo de la Laguna y Los Alisos.

Está claro, o quizás no tanto, que lo que hay que eliminar es la fuente de la contaminación por coli fecales y otros microorganismos, así como cualquier tipo de desecho que no debería nunca llegar a un cuerpo de agua.

¿Cómo llegan a los pluviales?, pues, parece obvio: por conexiones clandestinas, que han estado allí desde hace tiempo y que muy probablemente se han multiplicado.

Entonces eso hay que buscar y eliminar.  Y hacerlo con cierta periodicidad, claro y mucha continuidad y firmeza. Ya que deben ser combatidas todo el tiempo y con medidas muy, muy duras con el que altera el uso de los desagües que son públicos, contribuyendo a la contaminación de un recurso tan vital,  alterando en definitiva eso que no es otra cosa que un bien común no sólo de los santafesinos.

También está claro que no se trata de un problema de la última década, aunque quizás se haya agravado con tanta nueva construcción. Hace muchos años, muchos, la FICH, facultad donde me formé, hizo un relevamiento sobre este tema, supo haber un video, que los responsables levantaron desde un recorrido acuático, con la correspondiente toma de muestras.

El paso de tanto tiempo hace que no consiga recuperar ese material, pero si uno hiciera minería de datos, lo más probable es que encontrara en los periódicos locales mucho más de lo que aquí aporto.

El tema no es nuevo. Lo cierto es que no por antiguo y consuetudinario debe ser naturalizado. No es ni saludable ni razonable que los pluviales descarguen aguas contaminadas al espejo de agua que nos gusta pensar como emblema de la ciudad, ni en ningún otro, pero la laguna es nuestro paisaje estandarte. Y el paisaje no es una foto, es el entorno, que tiene que poder ser vivido intensamente.

A los desagües de la costa oeste, sumemos los paradores de la costanera este, que deben estar bajo estrecha vigilancia, ya que suelen congregar a muchas personas en cortos lapsos de tiempo; ergo, hay que estar muy seguros de que no impactan sobre la calidad del recurso.

La reina de Holanda –argentina ella, como sabemos– nada en los canales de Ámsterdam para dar una muestra al mundo de la calidad del agua que ellos almacenan/trasportan. ¿Se atreverían algunas celebridades del medio local a hacer lo mismo hoy o mañana cuando suba un poco el nivel de la laguna? No estaría para nada segura.

26 de junio de 2020

Lo dicho más arriba fue escrito el martes 19 de mayo de 2020, después de un período de hermosos días otoñales. Al menos 14 sin lluvia y soleados cielos celestes que invitaban, en plena bajante extraordinaria del Paraná y su sistema lagunar interior, a la contemplación de increíbles amaneceres, poblaciones de pájaros que no nos visitan con frecuencia, anchas playas de arena, allá en ese delta increíble donde nace la Setúbal; más acá, ya en plena traza urbana, playas con mucha vegetación, sobre todo en torno a las desembocaduras de los desagües, el lecho de la laguna, eso que rara vez vemos, algo de costas desnudas y una presencia que no puede dejar de verse, porque está ahí hace tiempo y porque amenaza la calidad del agua el cuerpo de agua que tenemos como emblema: desagües activos hasta cuando no llueve. Un amigo dice –a modo de sentida ironía– que es una de las cosas “mágicas” que suceden en Santa Fe, una ciudad que durante muchos años le dio la espalda al río y que ahora, lo mira mal, ve la imagen, pero no la esencia.

Una nota que se escribió con la evidencia que surgía de la observación de apenas 7 de los pluviales que descargan en apenas un tramo de la margen oeste de la laguna, comprendido entre el Faro y la bajada de calle Padre Genesio, pero sabiendo de antemano que una observación detallada, arrojaría otros resultados.

Ahora que se dispone de las imágenes de un vuelo de drone realizado entre la bajada de calle Pavón hasta el Faro, la evidencia se agranda y se diversifica. Unos 13 pluviales pertenecientes a la red pública, todos activos así como lo que parecen descargas directas. Las imágenes tomadas durante el relevamiento a pie y las que surgen del vuelo mencionado no deja dudas.

De esto hay que ocuparse en serio de una vez por todas. Lleva años, no hay razón para no resolverlo. Hay medidas no estructurales para empezar, muchas de las cuales son efectivas y por supuesto las hay estructurales, a las que habrá que apelar si los propietarios no responden adecuadamente a las primeras que van desde el otorgamiento de plazos para regularizar a cuantiosas multas aplicadas por alterar el uso de la red pluvial pública y contaminar un bien común, a estas alturas, verdadero patrimonio natural de todos los santafesinos, no sólo los que habitamos la ciudad.

Y no perdamos de vista que apenas si hablamos de un tramo de la Costanera Oeste, hay que poner el ojo en toda la orla oeste y en por supuesto en toda la costa este, donde lo que no abunda es sistema colector cloacal.

Solo una línea más para decir que esta es la mirada de una ciudadana, que puede ajustar el foco por la formación habida, que cree que tiene el deber de hacerlo y esta vez trabajar para que el asunto se mantenga en agenda pública hasta que se resuelva y se asegure el seguimiento que evite que vuelva a ocurrir, sumando voluntades para que así ocurra.

* Ingeniera en Recursos Hídricos, Magister en Gestión Ambiental, Doctoranda en Educación de las Ciencias Experimentales. Responsable de Mirada Ciudadana, organización sin fines de lucro en formación.

Un clásico urbano santafesino: las conexiones ilegales que terminan en la costanera

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