Hoy se cumplen cuatro meses desde que el gobierno confimara el primer muerto por coronavirus, que fue el primero registrado en América Latina. Los epidemiólogos prevén situaciones peores.
A casi cuatro meses del primer muerto por coronavirus en Brasil, los contagios y muertes por Covid-19 aumentan sin pausa y consolidan al gigante sudamericano como el segundo país con más contagios en el mundo, 1,22 millones de personas, y 54.971 fallecidos por la enfermedad, según datos del Ministerio de Salud, aunque los epidemiólogos coinciden en que hubo subnotificación y las cifras son más elevadas.
«Aún hay espacio para empeorar, la pandemia puede evolucionar más, de una forma más agresiva, y puede durar mucho tiempo porque la progresión del virus hacia el interior es un poco más lenta», dijo a la agencia EFE Marcio Bittencourt, médico del centro de pesquisa y epidemiología del Hospital Universitario de la Universidad de Sao Paulo (USP).
Sin embargo, la tasa de ocupación de camas de terapia intensiva se ha reducido las últimas semanas en algunas de las regiones más castigadas por el coronavirus, que han comenzado en paralelo una flexibilización de las medidas de aislamiento social adoptadas desde marzo.
La ciudad de Sao Paulo y su zona metropolitana, epicentro de la pandemia en Brasil, donde viven más de 20 millones de personas, llegó a tener a principios de mayo el 90 % de las UCI ocupadas. Actualmente ese porcentaje se ubica en el 68 %.
El estado de Río de Janeiro vivió un colapso virtual de su sistema sanitario y ahora informa que apenas tiene ocupadas el 55 % de las camas de terapia intensiva destinadas a pacientes con Covid-19.
También hay descensos notables en los estados de Ceará, Pará, Maranhao y Amazonas, que junto con Sao Paulo y Río de Janeiro son los seis estados brasileños más castigados por la pandemia.
Las explicaciones a esta merma en la ocupación es, en primer lugar, que las autoridades brasileñas han aumentado la capacidad de sus hospitales.
El gobierno federal del presidente Jair Bolsonaro, afirma que ha invertido 1.200 millones de reales (225 millones de dólares) para habilitar 8.605 nuevas camas de terapia intensiva, a pesar de que ha exigido y presionado a los estados para que salgan de la cuarentena y pongan en marcha el aparato productivo.
Por su parte, los gobiernos locales se han esforzado en fortalecer la red sanitaria pública. Por ejemplo, el amazónico estado de Pará, que tiene 8,5 millones de habitantes, empezó la pandemia con tres camas UCI para adultos y hoy cuenta con 701 exclusivas para pacientes con Covid-19, según su gobierno, que, por otro lado, es investigado por corrupción durante la crisis sanitaria.
Esa menor presión hospitalaria también se debe a que se están cancelando cirugías no urgentes para «reservar esa estructura» a pacientes graves con el coronavirus, explica Bittencourt, «lo que no quiere decir que la pandemia esté controlada o ello permita o no una flexibilización», advirtió el especialista.