Martín Bletter, investigador del Conicet, diferenció la posibilidad de observación que ofrece el aislamiento social de la “recuperación de las poblaciones naturales”. Y puso el foco en las menores contaminaciones atmosférica y sonora.

Una de las postales más llamativas de la cuarentena global se inscribe en la conducta de la fauna y la propia naturaleza ante la falta de circulación de personas y el detenimiento de la actividad social. En tal sentido, Martín Bletter, investigador del Conicet, diferenció “la posibilidad de ver especies en jardines o patios” del hecho de “de que haya una recuperación poblacional”.

La primera cuestión responde “a la disminución de las actividades humanas”. “Por lo tanto, estamos todos más susceptibles a hacer ese tipo de observaciones porque el silencio reinante en una ciudad no está. No es que antes no ocurriera, sino que no estaba la posibilidad de hacer una observación tan clara”, explicó. Dicho de otro modo, una consecuencia de la cuarentena se inscribe en la posibilidad de realizar “observaciones” más detenidas.

Asimismo, es factible que peces y cardúmenes “se acerquen más porque no detectan presencia humana ni de automóviles”, indicó el investigador del Instituto Nacional de Limnología (Inali). Sin embargo, “la recuperación de las poblaciones naturales requieren tiempo. Las cuarentenas no son necesarias para eso”. Ahora bien, intervienen indicativos inmediatos como “la contaminación atmosférica” o la “contaminación sonora”, remarcó Bettler a la hora de ilustrar el fenómeno que se vive por estos días de aislamiento.

Aquí, la entrevista completa con ATP:

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