En las últimas semanas se han registrado decenas de miles de incendios en la selva amazónica. La directora del CEVARCAM FICH-UNL, Gabriela Müller, analiza sus causas subyacentes, sus impactos y las consecuencias.

La selva amazónica sufre de incendios durante todo el año. Sin embargo, aumentan en el invierno, que es el período seco, en agosto, septiembre, e incluso hasta el mes de octubre, a medida que algunos aprovechan la estación seca para “limpiar” la selva tropical. Lo cierto es que la pérdida de árboles en esa zona es preocupante debido al papel que desempeñan al actuar como sumidero de carbono.

En diálogo con Gabriela Müller, directora del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM), de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH), de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), menciona que el 2019 está en camino de ser el año con más incendios forestales en Brasil. “La proliferación de los incendios en Amazonas tienen su origen en la deforestación, debido a la falta de controles expresos en las políticas gubernamentales. Desde el año pasado hasta ahora, las quemas han aumentado alrededor de un 70 % coincidentes con la misma época del año anterior”.

El fuego en el Amazonas se usa como una técnica para limpiar la tierra, generalmente para la agricultura, ganadería, minería u otras formas de acaparamiento de tierras. “Las quemas no son solamente en Amazonas, sino en toda la cuenca del Gran Chaco –comprendida entre los llanos orientales de Bolivia, la región occidental de Paraguay y la parte central de la región chaqueña argentina– que ha sufrido en las últimas décadas una deforestación aún mayor que en Amazonas”, explica Müller.

En este sentido, los humanos son la principal causa de incendios en el Amazonas, aunque a veces ocurren incendios forestales que son naturales. “La influencia humana en el sistema climático es clara, la segunda es cuanto más perturbamos nuestro clima los impactos serán más severos, penetrantes e irreversibles”, advierte la especialista y continúa: “Tener menos bosque significa emitir más gases de efecto invernadero en la atmósfera, a una mayor velocidad y gravedad del cambio climático”.

Una usina de vapor de agua

La importancia del Amazonas es popularmente conocido por ser el bosque tropical más grande del planeta y, en consecuencia, el principal generador de oxígeno hacia la atmósfera y el regulador del calentamiento global. “Sin esa selva nosotros no tenemos aporte de humedad, tan fundamental para nuestra región. No es la única responsable de absorber el dióxido de carbono porque el océano también lo hace, pero la selva es muchísimo más dinámica”, expone la especialista.

Para graficar con más precisión, la directora del CEVARCAM explica que una copa de un árbol de 10 metros de diámetros evapotranspira 300 litros de vapor por día; y una copa de 20 metros de diámetros genera 1.000 litros por día. Es decir, la selva amazónica absorbe más de 100 billones de toneladas métricas de carbono por año. Por lo cual preservar los bosques jóvenes como así también los más adultos es fundamental para garantizar la ‘limpieza’ y la provisión de humedad para las zonas de la cuenca del Plata, especialmente en el sur de Paraguay, sur de Brasil, Uruguay y el centro este de Argentina.

Los efectos del calentamiento global en el Litoral

“Son cada vez más evidentes en el Cono sur de nuestro continente, ya que muestran modificaciones en los patrones de lluvias y temperaturas con un importante aumento en la magnitud y la frecuencia de ocurrencia de eventos hidrometeorológicos extremos, como lluvias y sequías intensas”, expresa un informe del CEVARCAM.

“Los estudios realizados muestran que las lluvias se han estado incrementado desde principios de la década de 1970 hasta el presente, particularmente en la región centro de la provincia de Santa Fe. En la región del Litoral argentino, desde hace varias décadas se está registrando un cambio hacia condiciones más cálidas y más húmedas que son una clara evidencia del cambio climático regional”.

La estudiosa en el tema señala que para que esto no continúe propagándose, en la manera en la que está ocurriendo, hay que tomar acciones urgentes. “Como individuos tenemos que ser conscientes del uso de recursos naturales y tratar de incorporar hábitos de consumos más sostenibles, en nuestra alimentación y movilidad. Y en gran escala, manifestándose y haciendo pública la preocupación. Lo único que le queda por hacer a la sociedad de hoy, para las generaciones del futuro, es exigir a sus gobernantes que cambien de actitud”.

FuentePrensa GSF
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