Investigadores de la UNL junto a la empresa Glutal S.A. se unieron para producir un fertilizante orgánico reutilizando residuos que se desechan durante la maceración de maíz.

Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (FCA-UNL), compuesto por expertos en aguas, suelos y cultivos, trabajan de modo integrado, transfiriendo los resultados de la investigación para el tratamiento y optimización de distintos desechos pecuarios. Enmarcado en esa línea, se sumaron a un proyecto de la empresa Glutal S.A., cuyo propósito es la obtención de un fertilizante natural rico en nutrientes a partir del líquido de maceración de maíz, proveniente del proceso de molienda húmeda de dicho cereal. Entre esos nutrientes se destacan fósforo, nitrógeno, azufre, potasio y materia orgánica.

La empresa Glutal, localizada en Esperanza, Santa Fe, es integrante de la Comunidad Padrinos UNL desde hace varios años.

“La idea es usar el agua de remojo que se obtiene de la molienda húmeda del maíz, es decir del proceso por el cual se produce el ablandamiento del grano. Para ello permanece en agua caliente durante dos días y, al mismo tiempo de ablandarse el grano, se extraen solubles que quedan en el líquido”, explicó el presidente de Glutal, Pablo Giscafré.

La empresa lleva un tiempo aplicando este soluble en el riego de un campo ubicado en la ciudad de Esperanza, monitoreado por la secretaría de Medioambiente de la provincia de Santa Fe. “Como vimos durante todo este tiempo, es notable el mejoramiento que ha tenido ese campo, lo cual nos llevó a considerar la producción de un fertilizante, ya que dentro de las semillas están todas las sustancias que la planta necesita para crecer”, agregó Giscafré.

El objetivo es buscar una opción alternativa para el productor primario de la región rural aledaña a la ciudad de Esperanza. “Este fertilizante a base de maíz actuará como un aditivo o una enmienda para mejorar los campos degradados; se tratará de una aplicación de bajo costo que permitirá al productor ahorrar significativamente en fertilizantes, que son muy costosos en el mercado actual”, destacó Giscafré.

Articulación con la UNL

Para llegar a esa aplicación es necesario determinar las propiedades del producto desde el punto de vista fisicoquímico y hacer los estudios experimentales en campo y cámaras de crecimiento e invernadero donde se medirá el poder fertilizante. También es preciso determinar sus efectos sobre el suelo y sobre el crecimiento de las plantas y medir posibles emisiones de gases de efecto invernadero que se puedan derivar de la aplicación al suelo. Es allí donde deciden acudir a los expertos de la UNL. “El proyecto surgió por inquietud de la empresa. Nos pidieron que hiciéramos los análisis y la evaluación del líquido para conocer, tanto como evolucionaban las propiedades del suelo, como el impacto que tiene en la evolución de los cultivos”, relató una de las integrantes del grupo de investigación y desarrollo de la FCA-UNL y coordinadora científica del proyecto, Silvia Imhoff.

Dando lugar a la demanda, y a partir del trabajo del CETRI Litoral de la Secretaría de Vinculación y Transferencia Tecnológica de la UNL, se presentó un proyecto a la convocatoria de Innovación Productiva 2017, promovida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva de la provincia de Santa Fe.

“Nuestra participación en el proyecto implica el acondicionamiento de un invernadero en el que vamos a hacer ensayos en condiciones controladas de temperatura, de humedad y de radiación, aplicando distintas dosis a distintos cultivos, a los efectos de ver la respuesta de éstos. A partir de la información obtenida de los análisis químicos vamos a decidir las dosis para los ensayos a campo”, explicó Imhoff. “Es importante determinar la dosis para que no haya pérdida de nutrientes en profundidad o algún un efecto ambiental negativo”, agregó.

Por su parte, Glutal designará un campo próximo a la ciudad que se encuentre con déficit de nutrientes con el fin de llevar adelante dichas mediciones de las posibles mejoras ocasionadas por la aplicación del producto.

Cabe mencionar que una vez finalizado el proyecto, la FCA contará con una herramienta más de estudio y un laboratorio para ensayar cualquier otro tipo de estudio de fertilización. Si bien el proyecto tiene una duración de 18 meses para su ejecución, a partir de los 12 meses aproximadamente se espera tener los resultados.

Resultados con valor agregado

La puesta en marcha de la experiencia, y como todo proceso de transferencia científico-tecnológica, aportará beneficios para ambas partes involucradas.  “Para nosotros, en términos de producción de saberes, es muy importante; se trata de generar nuevos conocimientos relacionados con uno de los sectores industriales más relevantes y dinámicos de la zona; que, a su vez, después volcamos en la actividad científica y docente”, subrayó Imhoff.

Mientras que el presidente de la empresa destacó: “este es el primer proyecto que encaramos con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, es muy significativo porque se trata de la reutilización de un producto subutilizado, con un enfoque y un tratamiento orientado a la preservación y el cuidado del medioambiente y con el propósito final de resignificarlo en una fuente de ingreso. A su vez, implica un beneficio para los productores. Nos interesa resaltar y poner en valor la importancia que este desarrollo tiene para nuestra industria” agregó.

 

Prensa UNL

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