Raúl Castro comenzó su mandato con reformas que abrieron la economía cubana a pequeños sectores privados y con el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, pero durante los últimos años el ritmo de apertura aminoró y el deshielo con Washington se frenó, dejando al nuevo presidente, Daniel Díaz-Canel, algunas tareas pendientes.   

  

La elección de Díaz-Canel no significa una simple sucesión en el cargo de presidente, sino que representa una transición generacional dentro de la Revolución cubana, una situación que en algunos momentos llegó a ser traumática.

 

Díaz-Canel supo esperar a que llegase su momento. Siempre se mantuvo lejos del protagonismo, prefirió recorrer caminos más largos y complejos para llegar a la meta, pasando por todos los escalones, en contraposición al modelo de «dirigentes-probetas» tan denostados por Raúl Castro.

 

Ahora, como presidente le toca pasar de las expectativas a los hechos al frente del Gobierno cubano. Para ello cuenta con el respaldo de Raúl Castro, que se mantendrá como primer secretario del PCC por lo menos hasta 2021.

 

Pero ¿cuáles son los retos que deberá enfrentar?

 

Inversión extranjera

 

El Gobierno cubano reconoce que necesita atraer más de 2.500 millones de dólares de inversión extranjera para que la economía crezca. Para generar confianza entre los inversores, La Habana refinanció su histórica deuda con el Club de París y se comprometió a pagar los 2.600 millones de dólares pendientes.

 

Las relaciones con Estados Unidos

 

Uno de los grandes logros de la presidencia de Raúl Castro fue el histórico restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos después de décadas de enfrentamiento. La etapa de acercamiento que vivió con el entonces presidente Barack Obama se vio frenada con la llegada del republicano Trump a la Casa Blanca. El nuevo presidente estadounidense ha recuperado el lenguaje de hostilidad hacia las autoridades cubanas y las relaciones se encuentran en un punto muerto con la reducción a mínimos de la embajada de Estados Unidos en La Habana.

 

Unificación monetaria

 

Desde la década de 1990, en la isla circulan dos monedas: el peso cubano CUP y el peso convertible CUC, que es equiparable al dólar. El cambio es de 24 CUP por 1 CUC. En la primera moneda, el Estado paga los salarios y los cubanos abonan servicios básicos subsidiados como la luz y el agua, mientras que el CUC es para comprar en tiendas y la moneda usada por el turismo. Dos monedas para dos economías y aunque varias veces se anunció su inminente unificación, la fecha final nunca llegó.

 

Sostenibilidad de los servicios sociales

 

La Revolución cubana siempre se ha mostrado orgullosa de logros sociales como el acceso universal y gratuito a la educación, la salud o el deporte. «La salud es gratis, pero cuesta», son algunas frases que se empiezan a ver en murales de centros médicos o estampadas en las recetas para concienciar a la población de la necesidad de hacer sostenible unos servicios que son gratuitos pero cuya financiación implica un gran esfuerzo para el Estado cubano.

 

Envejecimiento poblacional

 

Cuba tiene 11,2 millones de habitantes, de los que el 20 por ciento supera los 60 años de edad. En un país con una esperanza de vida que ronda los 80 años, muchos jóvenes emigran buscando mejores oportunidades económicas. El desequilibrio empieza a preocupar al Gobierno cubano, que estima que en el período 2020-2025 Cuba será el país más envejecido de América Latina y el Caribe.

 

Separación de funciones entre el Estado y el Partido Comunista

 

Durante décadas, el Partido Comunista y el Gobierno han estado dirigidos por la misma persona, primero Fidel Castro y luego su hermano Raúl Castro, pero ahora por primera vez tendrán personas diferentes al frente. Hasta 2021, Raúl Castro se mantendrá como Primer Secretario del PCC, que es considerado por la Constitución cubana como «la fuerza dirigente superior de la sociedad».

 

Mantener el consenso social en torno a la revolución

 

Desde que asumió el poder, la gran preocupación de Raúl Castro ha sido la institucionalización de la Revolución, más allá de los liderazgos fuertes a los que estaban acostumbrados los cubanos. La legitimidad de políticos que no combatieron contra el dictador  Fulgencio Batista necesitará de una mayor participación ciudadana. 

 

Crecimiento económico

 

Hacer de Cuba un «país próspero y sostenible» fue la mayor divisa de Raúl Castro, pero la economía no terminó de arrancar. La crisis política que vive su aliado venezolano provocó que Cuba cerrase sus cuentas en 2016 con una recesión del 0,9 por ciento del PIB, la primera vez en los últimos 20 años. En 2017 creció un tímido 1,6 por ciento gracias al tirón del turismo y la construcción de infraestructura hotelera.

 

El papel del sector privado en Cuba

 

La presidencia de Raúl Castro comenzó con una apertura de la economía al sector privado, pero centrándolo en servicios como la hostelería y los pequeños oficios, mientras que el Estado mantenía el monopolio en sectores estratégicos como la energía y las comunicaciones. El «boom» turístico significó un crecimiento del sector privado y el Gobierno frenó el año pasado la concesión de nuevas licencias generando incertidumbre sobre cuál será la ruta que elija el nuevo presidente.

 

Relación con la emigración cubana

 

Sectores de la población que no estaban de acuerdo con el rumbo socialista que tomaba Fidel Castro protagonizaron varias oleadas migratorias, que fueron muchas veces calificadas como «contrarevolucionarias». Actualmente, la emigración cubana tiene un carácter más económico, pero no puede invertir en la isla o tener propiedades. El Gobierno cubano necesita su apoyo para influir en la normalización con Estados Unidos en un momento en el que las relaciones con Donald Trump son tensas.

 

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